Los golpes a la puerta le sorprendieron. Estaba a punto de cambiar la página de su libro sobre plantas medicinales, cuando salió de concentración levemente. Sakura suspiró cansina, tratando de encontrar las fuerzas en sus temblorosas rodillas para ponerse de pie. Había logrado luego de varios intentos una postura cómoda en el sillón de su sala hace apenas unos minutos. Todo para terminar desperdiciándola, en ese llamado a la puerta de entrada. Finalmente llegó la resignación, una nueva sucesión de golpes le advirtieron que no tenía la fortuna ese día específico, de que fuera un error del oído medio. Así que se puso de pie dejando previamente marcada con una punta de hoja doblada, la exactitud donde interrumpía su interesante momento de lectura. Un minuto después, luego de llegar a la entrada con paso lento y pesado, finalmente logró atender el llamado:
-Buenas tardes Sakura-sama…-dijo el hombre con seriedad y respeto.
-Buenas tardes Shikadai-san….-respondió sonriendo la mujer- ¿Qué se te ofrece?
Era el hijo de Shikamaru. Igual a su padre en la juventud y según Sakura recordaba, también muy parecido al abuelo. Los Nara tenían rasgos tan fuertes, que raro era el detalle distinto de generación en generación. Intelectuales, físicamente idénticos; y eternamente aburridos.
-Lamento la molestia…-apuntó el moreno, que tenía una caja de madera terciada entre sus manos- Oto-sama me ha pedido que le entregara esto.
-¿Esta caja? –Se sorprendió la mujer recibiéndola entre sus manos- ¿Shikamaru-san me envía esto? ¿Que contiene?
-Oto-sama ha pedido que la entregue únicamente, -reafirmó Shikadai cansino- pero que solo usted puede abrirla –y luego que la caja cambiara de manos, extrajo un sobre con una inscripción en tinta negra, visible sobre el lado ciego- de su parte también me ha dicho que antes de abrirla, lea esto.
-Pero…Shikadai-san…yo….-respondió confundida la mujer.
-Eso es todo….buenas tardes Sakura-sama….
Y se fue. Caminando con las manos en los bolsillos y el paso lento clásico de su padre. Sakura estaba bastante sorprendida de la situación, ya que básicamente no había tenido contacto con la familia Nara en mucho, mucho tiempo. Que Shikamaru le enviara una caja o una nota, era bastante extraño. ¿Qué tenía de especial ese día? Era fecha 13, una jornada antes del 14 de febrero, día de san Valentín.
Para los jóvenes, era una fecha especialmente alusiva y hermosa. Era cuando las muchachas podían demostrar sus sentimientos por los chicos, en la forma de un delicioso chocolate casero. Pero para los adultos mayores, la fecha no remitía más evento que una cena familiar.
-Para los que tienen familia…-pensó levemente Sakura, trasportando entre sus brazos la caja hasta apoyarla sobre la mesa del comedor- pero no me sucede mucho últimamente.
Con amargura recordó a su marido. La última vez que Sasuke se había presentado en Konoha, fue dos días después del nacimiento de su tercer nieto. Estuvo con Sarada y el niño durante algunas horas en el hospital, para luego desaparecer tan rápida y furtivamente como había llegado. Sakura reflexionaba con cierta tristeza que podía considerarse "viuda", aun cuando Sasuke estuviera vivo en otra parte del mundo. Ya había pasado demasiado tiempo desde que intentó ser la esposa ideal, para el marido que nunca quiso forjar un vínculo. O no supo, o tal vez simplemente no le había importado.