Caminaba por una calle cualquiera, bastante confundida. Me había tomado muchas horas de arduo trabajo terminar con la tonelada de archivos médicos que desbordaban mi oficina en el hospital. Ser la estudiante destacada de Godaime, tenía sus beneficios asi como un rival absorbente, el papeleo. La aldea de la hoja aún estaba reacomodándose estructuralmente luego de la guerra.
Mi vida en tanto, no se estaba "acomodando" con la velocidad o intensión que deseo. Para una chica cualquiera, luego de una guerra que pudo costarme la vida, así como a todas las personas que quiero, respeto o conozco, debería tener bien en claro cuál son las prioridades del corazón.
Desde muy niña, estuve enamorada de Sasuke-kun el chico más popular y reconocido de la aldea. Tuve mil problemas para mantenerme cerca de él. La vida de alguien como yo, de una Kunoichi. A veces el amor no puede ingresar entre las provisiones de misión. Ahora mismo, tengo una vida más ocupada por el trabajo, que la posibilidad de formar una pareja o familia. Terminé un doble turno de hospital, cansada, sin dormir, y sin apenas comer tengo que llevar unos medicamentos al orfanato.
Hace tiempo que no veo a Naruto.
Pienso en él seguido, casi todo el tiempo a decir verdad. Hace meses que no viene al hospital. La última vez que lo vi, fue en mi fiesta de cumpleaños. Esa semana la pasamos tan bien, creí que estábamos muy unidos. Creí que, la verdad ya no sé qué creer. ¿Por qué estamos separados? ¿Tiene que ver con los sentimientos más allá de la amistad?
Ingresé al orfanato y vi con alegría que habían reparado las puertas que no cerraban bien. Me recibió la señora Mitomi, una amable dama que cuidaba una veintena de niños huérfanos. El lugar era sustentado por la Hokage, los niños eran alimentados, vestidos y protegidos en compensación a la perdida de sus padres en la guerra. Debo decir que me llevo muy bien con la señora Mitomi, y con las jóvenes que voluntariamente aportaban ayudando a cuidar el lugar. Algunos ninjas donaban parte de sus ingresos para reparar o mejorar el lugar según supe. Incluso hace dos meses hice mi propio aporte donando ropa que ya no usaba.
-Sakura-san….-dijo esa dulce señora cuando me vio entrar- ¿a qué se debe el honor de su visita?
-tengo las vacunas para los niños.
-¡oh Sakura-san que buena noticia! –indico la señora acomodando su kimono con elegancia- pero temo que los niños no serán presa fácil este día. Es la hora del cuento.
-¿el cuento? –dije bastante confundida.
-el cuento Sakura-san…-sonrió una de las mujeres civiles que junto a la señora- ¡una historia muy emocionante!
Comenzaron a hablarme sobre el cuento. Un Shinobi visitaba a los niños cada tanto y desde hacía meses contaba un cuento de fantasía para entretener a los pequeños. El cuento era tan interesante que hasta las mujeres que cuidaban a los niños se unieron para escucharlo. La señora Mitomi reía al escuchar los pormenores de capítulos anteriores. Yo la verdad que no entendía demasiado pero me alegraba que algún joven Shinobi pudiera apartarse de sus obligaciones para visitar a los niños. Era muy duro crecer sin padres, yo no podía dar fe de ello pero conocía a quien sí.
-Naruto-san es tan amable siempre –intervino en mi pensamientos la señora Mitomi- viene y trae comida, dinero, ropa y por supuesto juega con los pequeños. Le quieren mucho por ello, es increíble que un hombre tan aclamado sea tan humilde.
-¿Naruto? –Pregunte sorprendida- ¿el viene al orfanato?
Comenzaron a contarme todo. Mucho más de lo que Naruto jamás me había contado. Me sentí muy dolida, se suponía que soy su mejor amiga, se suponía que confiaba en mí. Pero hace meses que ni hablamos y me entero que anda haciendo cosas tan bonitas por palabras de alguien más. ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no pidió ayuda?