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Clase de deportes normalmente esa es la última clase que tenemos. Jamas imaginé que ese tal Levi aparecería frente a nosotras con escobas entre otras cosas de limpieza; la sonrisa sinica asomaba en su rostro al momento en que tomó sus cosas y se fue, lo único que pude hacer en ese momento fue soltar la escoba y tirarme al piso. Mikasa se ofreció a limpiar todo dándome la libertad de irme, lo considere por un momento pero no iba a dejar a mi mejor amiga con toda esa responsabilidad por lo tanto me negué.
No fueron más de dos horas, logramos ir a las duchas únicamente para cambiarnos la ropa, y después de eso nos despedimos.
En cuanto volví a casa logre percatarme que la casa de enfrente estaba comenzando a ser amueblada, era la única casa con aspecto de que gente con dinero vivía allí. Mi madre salió por la puerta, golpeando mi nuca con un pedazo de periódico haciéndome llevar por instinto ambas manos hasta mi nuca, soltando un jadeo de dolor.
── ¿Por qué volviste a llegar tarde, ah?. Te he dicho que no quiero que te escapes con tus amigos sin mi permiso, Takahashi. ── Regaño, estaba bastante molesta.
── ¡Pero señora~! ── canturrie buscando su mirada. ── Me quedé limpiando el gimnasio junto a Mikasa, el estúpido de mi nuevo maestro nos obligó.
── No recuerdo haberte obligado a hacerlo, fue un castigo por llegar tarde a mi clase. ── Esa voz, su tono profundo me dejo paralizada, mientras que mi madre parecía tener cierto brillo en los ojos. ── Un gusto señora Takahashi, mi nombre es Levi Ackerman. Desde hoy comencé a brindarles clases a los chicos de la clase A.
── ¡Pero que hombre tan encantador! ── Exclamó mi madre.
Mientras que yo, en silencio me encargué de bajar de mi bicicleta dejándola caer bruscamente al césped; Era el momento perfecto, en puntillas comencé a caminar hasta la entrada de mi hogar. Pero nuevamente ese rollo de periódico golpeó mi nuca dejandome sin movimiento alguno, sólo con una expresión de dolor en el rosto sintiendo la mirada amenazante de mi madre y la risa de aquel hombre.
── Tu, mocosa malcriada, pide disculpas a tu profesor.
── ¡Nunca! ── exclame girando sobre mi eje, viendo fijamente al señor Ackerman.