Recuerdos.
Tengo doce años, Valerie y yo estamos en el pueblo de Gautier, en su galería de fotografías que Jackson y Balthazar le regalaron para sus veintiún años.
Me muevo con soltura por el lugar al ya haber estado aquí demasiadas veces como para contarlas. Vlad y Jack ayudan a su madre a colgar una nueva fotografía enorme en una de las paredes del lugar para la nueva exhibición que se hará en dos semanas.
Es tan buena en lo que hace que varios fotógrafos importantes vienen de todo el mundo a ver su trabajo.
Lo cual demuestra al dejarme tan maravillada por la visión de una de las fotografías en las que los ojos de Jackson y los de Balthazar son los protagonistas. Me encuentro tan concentrada que no escucho cuando Valerie se posiciona a mi lado y me sonríe con toda la dulzura que le caracteriza.
—Amo esa fotografía — dijo y mi corazón se encogió de añoranza al ver cómo el de Valerie pareció derretirse al reparar en las miradas de sus destinados retratsadas en la pared —. Me recuerda que ellos son míos — sonríe.
Y definitivamente entendí sus palabras, porque hasta un ciego lograría captar la interminable lista de sentimientos que se ven en aquellas miradas de la fotografía. La devoción y el evidente amor con el que Balthazar y Jackson fueron capturados viéndola.
Ambas miradas tan distintas, pero con los mismos sentimientos en ellas que me llenaron de tristeza porque sabía que nunca nadie me miraría de la forma en la que ellos la miraban a ella. La forma en la que un demonio miraba a su destinado.
—¿Qué se siente? — no pude evitar preguntar bajito, pero supe que Valerie me escuchó porque rápidamente giro su rostro en mi dirección — ¿Qué se siente saber que te aman desmedidamente y que nunca dejarán de hacerlo? — aclaré un poco más fuerte, pero sin dejar de ver la fotografía.
—No tiene descripción, nena — susurró en respuesta y sonrió un poco al ver mi mueva desilusionada, antes de rodear mis hombros y pegarme a su cuerpo en un pequeño abrazo en el que ambas aún seguíamos observando la fotografía —. Pero te prometo que lo sabrás.
Aquellas ultimas palabras que en ese momento no tuvieron sentido para mi, hacen eco en mi cabeza ahora, pero se ven interrumpidas cuando otra voz diferente penetra en mis oídos y en lo más profundo de mi mente.
—Es tu primer día aquí y ya estás dándome dolores de cabeza, agápi — susurra con aquella voz tan ronca y varonil que reseca mi garganta y al mismo tiempo aumenta la humedad en mi epicentro.
Inconscientemente, y gracias al estado de estupidez en el que me dejó el orgasmo de hace unos momentos, levanto mi mano y toco su mejilla como si no fuera real, ganándome un suspiro por parte del hombre de cabellera rubia y ojos tan grises como una tormenta.
—¿Estoy drogada? — susurro aún en estado de shock en lo que subo mi otra mano a su rostro y le tomo de las mejillas con delicadeza, sintiendo como cada partícula de mi cuerpo aclama que me funda entre sus brazos.
¿Qué rayos está sucediéndome?
El imperturbable rostro del hombre tiembla un poco, conteniéndose de sonreír por mi pregunta y, en cambio, negando levemente en lo que no deja de verme tampoco.
—Estas malditamente atrapada, pero no conmigo, katára. Yo me largo — habla a mi espalda Malakai con dureza, erizando mi piel por la ronquedad en su voz y devolviéndome a la realidad en lo que el susodicho se gira en su lugar y comienza a alejarse mientras se acomoda los pantalones, generando que una horrible frialdad embargue a mi corazón al verlo alejarse sin mirar atrás —. Sácala de aquí y no quiero volver a verla en mi club, Massimo — amenaza con frialdad y mi corazón se contrae al escuchar el que supongo es el nombre del hombre que vuelve a captar mi atención al soltar un bufido.
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Morelli [2] ✔️
RomanceElla lo perdió todo una vez. Y ahora, cuando piensa que por fin tiene todo bajo control de nuevo, ellos llegan para destruir todo lo que conoce, todo lo que piensa que la conforma y parece llenarla. Artemisa Karagianni se resignó a ser un alma soli...