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Caminaba por la orilla de la playa, sentía el agua en mis pies descalzos mientras que en mis manos tenía los resultados del laboratorio, los cuales tenían una palabra en mayúsculas. POSITIVO.

Estaba embarazada, Helmut y yo íbamos a tener un bebé. Me detuve a ver como el Sol se metía, causando un atardecer de película de Star Wars, hasta podía jurar que lograba escuchar el tema del Sol Binario a lo lejos, puse una de mis manos en mi vientre, podía distinguir una bolita en este. – Hola bebé... - dije sobándome mi estómago – Soy tu mami –

- Sabes pequeña cereza, no sabes lo feliz que me hace saber que estas aquí a dentro, pero me preocupa tu papá.... No sé cómo va a reaccionar sabes, antes tuviste un medio hermano llamado Carl, el lamentablemente ya no está con nosotros, pero no sé cómo reaccione al saber que estas en camino – dije mientras seguía caminando por la playa, el aire hacía que mi cabello se moviera con este al igual que me causaba un leve hormigueo en mis hombros desnudos. Subí aquellas escaleras, las cuales me llevaban a aquella Villa dónde vivíamos, vi mi reloj de muñeca y aceleré mi paso, no faltaba mucho para que Helmut regresará. Desde que había sido liberado, Helmut había comprado un viñedo en esa isla en Italia a la cual llamábamos hogar; entré a la sala de mi nuevo hogar, dejé el papel con los resultados en la mesa, debía agradecerle de nuevo a Oezenik por no decirle nada a Helmut; tomé un vaso de vidrio, me serví jugo de arándanos y me senté en uno de los sillones mientras volvía a ver ese papel.

- ¡Schatz! ¡Ya llegué! – escuché al mismo tiempo en que la puerta principal de la casa se cerraba y un par de ladridos se escuchaban, así que guardé el papel en el sobre que había hecho, el cual tenía el nombre de Helmut y lo dejé en la mesa al igual que mi jugo, me levanté y caminé a recibirlo; su barba había crecido un poco al igual que su cabello, su cara se veía un poco más llena gracias a los platillos que le cocinaba, ya que la comida de la cárcel no lo nutria y tenía una gran sonrisa gigante en el rostro. – Mi amor... - me besó al verme y le correspondí el beso, podría besarme las veces que él quisiera, pero en cada una de ellas causaba que me quitara el aliento. Caminamos a la sala donde yo tomé asiento y él se acercó al mini bar que teníamos – Schatzi, tenemos que celebrar, ya que hoy cerré el mejor trato de la vida, exportaremos vinos a América – dijo sirviendo dos copas de vino, la cual una me entregó, vi el vino y sonreí, sabía muy bien que estando en mi condición no podía tomar alcohol, así que antes que mi pareja pudiera seguir hablando, puse mi dedo en sus labios silenciándolo. – Mi amor.... Hay algo que tengo que mostrarte. – dije dejando la copa en la mesa, tomé el sobre y con una mano tomé la suya. Helmut sabía que las últimas semanas no me había sentido de lo mejor, le había dicho que era que tenía unos malestares estomacales y que iría al médico que me revisara. – Hoy fue al médico y me entregó esto – le entregué el sobre, vi como coloco su copa en la mesa y abrió el sobre sacando el papel. Mis manos sudaban, veía como su mirada recorría el papel hasta que vi como sus ojos se abrieron más de lo normal, su postura se enderezo y vi como de tener una sonrisa, su gesto se oscureció.

Tras unos minutos sin ver que reaccionara, mis ojos se llenaron de lágrimas; en efecto, sabía que no querría ser padre de nuevo, así que me levante y salí de la hacienda, noté que no me seguía, así que tomé mi caballo de los establos y con el salí a cabalgar al viñedo; las lágrimas no dejaban de salir de mis ojos "Soy una tonta, ¿cómo es que pensé que querría tener un hijo? Además, podría heredar el gen mutante, sería un monstruo como yo y eso no lo quiero" pensé mientras pasaba por los caminos de las vides, hasta que llegué a aquella pequeña montaña que me permitía ver toda la propiedad. Me bajé de Estella, mi caballo negro y me senté junto al árbol que había ahí, dejando que mis lágrimas corrieran libres.

Pensé en mis padres, recordaba cómo me solían contar extremadamente felices la historia de cuando se enteraron que me estaban esperando; sobre como mi mamá se dio cuenta que estaba esperándome al ver como en un desayuno, solo comía mucha papaya, fruta que desde que era niña, odiaba. Desde que era pequeña, soñaba que cuando fuera mayor y supiera que estaba embarazada, sentiría mucha felicidad, pero era todo lo contrario. "Podría comunicarme con Bucky.... Tal vez me podría levantar el ánimo" pensé hasta que una voz me sacó de mis pensamientos.

-Schatzi... - giré mi cabeza, sin antes quitarme las lágrimas que caían de mis mejillas, viendo al hombre que causaba que mis piernas flaquearan con su hermosa voz. – Schatz... Lo lamento mucho. Sé que esa no era la reacción que estabas esperando – Se sentó junto a mí y me dio una caja pequeña dorada. – Lo que pasa es que me sorprendió. No puedo creer que, la vida me esté dando una segunda oportunidad así... Tengo miedo Ana, de fallarte a ti y a nuestro hijo o hija, como le fallé a mi familia –

Sonreí aún con mis ojos llenos de lágrimas y lo abracé, estaba igualmente como yo, nervioso, pero él tenía además miedo; sentí como mi hombro estaba empezando a sentirse húmedo, me separé y vi en sus ojos lágrimas. – Oh Helmut, discúlpame a mí.... Actué mal... - dije quitándole las lagrimas de sus ojos con mi dedo pulgar. – No pensé... - dije entre sollozos abrazandolo. – Schatz no sabes lo feliz que me haces con esta noticia, me estas dando una segunda oportunidad en todo y por eso quiero hacer las cosas bien – me quito de la mano esa caja dorada, abriéndola mostrándome un anillo con un diamante morado y se hincó. – Ana Aragón, mi Schatzi, ¿quisieras casarte conmigo? –

Mis ojos llenos de lágrimas apenas me permitían ver, así que solo asentí

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Mis ojos llenos de lágrimas apenas me permitían ver, así que solo asentí. - ¡SI! –

..........


- ¿¡Cómo que estás embarazada?! – gritó el ojiazul al abrazarme, si a los pocos días de que Helmut se me había declarado, de inmediato les había informado a nuestros dos amigos, quienes no tardaron menos de 12 horas en llegar a nuestra pequeña isla en Italia junto a Sarah y los sobrinos de Sam. – Hola Bucky, si es un gusto verte, estoy bien gracias por preguntar – dije con voz sarcástica abrazándolo, mientras Sam presentaba a Helmut con su familia. – No puedo creerlo, los dejamos solos dos meses y me resultan que ya están esperando un bebé y se van a casar.... Buck, nuestros pequeños ya están creciendo – dijo Sam riéndose con James, mientras Helmut me abrazaba por la cadera, poniendo su mano donde se sentía la pequeña bolita. – Aw no sabes lo honrado que me siento al saber que me ven como su hijo, y más después de estarlos aguantando todo el viaje mientras peleaban como matrimonio – dijo Helmut riéndose, causándome que me riera junto a él al mismo tiempo que Sam y Buck nos veían según ellos enojados. - ¿Verdad que si parecen una pareja de casados? – habló Sarah mientras se reía con nosotros.

-Tía Ana... - voltee a ver a los pequeños quienes jugaban con los perros de Helmut mientras nosotros hablábamos y molestábamos a Sam y James. - ¿Qué pasa? -

- Tu y el tío Helmut se van a casar ¿verdad? – dijo al rascarle el estomago a Pongo, el pastor alemán y el más pequeño. – Si, me voy a casar con él – le respondí mostrándole mi anillo. – Es muy bonito – dijo el mayor de los niños.

- Y te vas a convertir en una princesa ¿no? –

Esa frase me hizo quedarme helada, me convertiría en baronesa; cuando le dieron el perdón a Helmut, le devolvieron su título y eso significaba que me volvería de la realeza. Estaba por cumplir el sueño que alguna vez tuve de niña, casarme con un príncipe, bueno en este caso sería un Barón y me volvería de la realeza. – Schatz... ¿Estás bien? – La voz de Helmut me sacó de mis pensamientos volviendo a la realidad, nuestros invitados habían ido a sus habitaciones y yo me había quedado parada acariciando a los perros. – Si amor, estoy bien. No te preocupes –

- Si es que estas así por la boda, podemos atrasarla lo que quieras, así podrás prepararla como quieras. – habló el mayor sonriéndome – No Helmut, quiero casarme contigo, no quiero algo gigante, quiero una boda intima, no puedo esperar a estar en el altar contigo -respondí y me beso. Cada vez que me besaba, me sentía en una historia bellísima, en un cuento de hadas. Uno del cual no quería despertar.

- ¿Te gustaría que adelantáramos la boda para dentro de dos días? – me preguntó en mi idioma natal y yo asentí, volviéndolo a besar. Este era el inicio de algo bellísimo.

Back to Life 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora