Prefacio

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Eren sabía que debía volver a ser el adorable minino que solía ser siempre desde que fue rescatado, él tenía claro que debía dejar de ser un humano como antes, tan solo volver a su pequeño cuerpo peludo.

— ¡Oh mi dios! —

Apenas el grito femenino se hizo escuchar en en interior de la habitación en que yacia simplemente recostado sobre su lecho, el castaño dió un brinco asustado ante la conmoción de la voz de una joven desconocida, abriendo sus ojos de sopetón para poder acomodarse sobre su lugar y así buscar el culpable de tal sorpresa, pero no fue bien abiertos sus orbes aqua, que recibió un fuerte almohadaso en su rostro.

Se arrepentía, santo cielos, se arrepentía tanto haber ignorado el reloj para permitirse pasear por la habitación del edificio en poca ropa y luego caer dormido sobre la cómoda cama de aquella ninfa.

— ¡Maldición, Annie!, ¿Por qué gritas? — en un gruñido, la asiática dió pasos pesados hasta abrir de par en par la puerta de su habitación, encontrándose con la tan dichosa escena.

Mikasa Ackerman no esperaba encontrar sobre su cama a un castaño de ojos esmeraldas desnudo y siendo golpeado por su amiga rubia.

Tampoco esperaba que esté fuera tan jodidamente guapo.

Y mucho menos esperó caer inconsciente al suelo.

Simplemente genial. 

Had Once AngeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora