"Con copos de colores, pintando la nieve de verde"
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Capítulo uno:
Siete vidas.
Una vez la llave giró sobre la cerradura de su apartamento, Mikasa empujó con suavidad de la madera oscura para ser recibida por la oscuridad de su apartamento, siendo también cubierta por el leve aroma a vainilla que le daba la bienvenida en su hogar con calidez al darle esa sensación de paz al estar en su lugar seguro. Soltó un suspiro calmada al entrar por completo, dejando caer su abrigo con cuidado por encima de sus hombros y aferraba el diminuto cuerpo peludo en su pecho para poder notar como el pequeño ronroneaba contra ella y aunque no era muy experta en el tema, calmado ante su presencia. Encendió a tientas las luces de la entrada para poder acostumbrarse a las mismas en cuanto la luz se hizo ver en la oscuridad, sonriendo con tranquilidad nada más notar que su espacio seguía tal cual como lo dejo desde la mañana en que salió de prisa por llegar tarde a su horario de trabajo."Hasta que por fin Connie me hace caso"
Con la punta de sus zapatos, se inclinó brevemente sobre su lugar para poder deshacerse de los tacones de aguja blancos, dejándolos tirados en todo el pasillo y así andar descalza hasta los muebles de cuero rojo, poniendo sobre el respaldar su abrigo y así descansar su cuerpo sobre las acolchadas nubes rojas vino, sonriendo aún más nada más ver la pacífica siesta del minino. Mikasa palpó con la yema de sus dedos el suave pelaje aún húmedo del gatito, sintiendo una leve punzada de tristeza al creer que tenía mucho tiempo perdido entre las frías calles de Manhattan o qué incluso pasaba maltratos de gente malhumorada.
— Pequeña criaturita — susurró en un hilo de voz débil, continuando en su labor de mimar el cuerpo delgado del animal y así suspirar por la intriga. Un gruñido bajo de su estómago logró arrebatar su momento de paz para poder sentir sus mejillas arder, y pese a que nadie la veía, sentía como si debiera estar nerviosa por la presencia de alguien más. Ignoró este hecho para poder poner con cuidado al gato de cabellos negros a un lado sin despertarlo y así levantarse, llevando sus falanges por las curvas de su cuerpo en busca del cierre que mantenía aún el vestido lo suficientemente ceñido.
Cuando la joven modelo de piel palida y cremosa se dedicó a bajar el cierre con cuidado, llegando hasta el punto de dejarlo suelto por sus caderas y el busto, soltó otro suspiro más relajada nada más ser libre de la apretada tela, terminando por dejar caer su ropa por sus largas piernas lechozas hasta que cayeron de lleno por el suelo limpio. Su cuerpo quedó expuesto en su soledad con su lencería oscura siendo lo que cubría su desnude. Un leve maullido a sus espaldas logró exaltar un poco de la joven asiática, quien se dió la vuelta un poco confundida.
—: Pensé que dormías... — mencionó con un atisbo de diversión en sus palabras antes de mover sus piernas hasta quedar de rodillas frente al sofá rojo tinto, notando como los enormes orbes aqua del minino yacia viéndole con tanta intensidad que le resultaba de alguna u otra forma escalofriante pero satisfactorio. Tragó saliva para poder dedicarle una sonrisa llena de nervios al pequeño gatito y así besar la punta de su nariz de forma efímera, levantándose de un salto.
Mikasa ni si quiera fue conciente de la mirada escurridiza por su cuerpo en cuanto empezó una breve caminata hasta la cocina, llegando a esta y perdiendo la intensidad en su espalda por parte de su invitado escurridizo.
Ella no dijo nada más. Y él tampoco se tomó la molestia de actuar.
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Para cuándo el silencio en el lugar se volvió algo totalmente normal en el ambiente, el pequeño animal se estiró sobre el sofá para poder abrir su boca en totalidad, soltando todo el aire retenido para poder continuar con la mirada fija sobre el lugar donde había desaparecido aquella elegante y hermosa mujer de ojos grises. Con sus orbes perdido en la seducion de sus movimientos aún grabados sobre el lugar, el minino bajó en sus cuatros patas hasta aterrizar sobre el suelo liso, empezamos a dar pasos frágiles y vulnerables, dando un camino sin ser fijo por el gran espacio que había en aquel lugar desconocido.
“Es muy extraño”
Su mirada era lenta, se encargaba de ojear con bastante lentitud aquellos objectos lujosos que jamás apreció en su corta vida, aún con su cola meneandose entre el aroma de vainilla que dejaba aquella chica él seguia observando todo maravillado, y tal vez, solo tal vez un poco emocionado porque podría ser que después de tantos meses tratando de buscar su hogar, estaría a salvo. Un breve movimiento había causado alertar al pequeño gato, quien no tardó mucho en buscar la fuente de tal cosa para poder quedar estático.
Algo era demasiado distinto a su realidad.
La última vez que había visto una mujer tenía aproximada dieciséis años, y tal vez fueron sus hormonas quienes lo habían empujado a pagar de una prostituta para poder tan solo ver un par de pechos enormes.
Una imagen inolvidable para un joven como él.
Pero sin embargo, apreciar el cuerpo pintado en blanco de aquella señorita era una obra digna, mejor que cualquiera par de tetas. Incluso la sensualidad de su cuerpo sin hacer nada lo tenía anonado.
Sin ser conciente de sus movimientos, tan pronto como lo quiso, su camino ahora estaba trazando como destino a la preciosa mujer que yacia en su mundo, sintiendo el aroma a comida en el recinto y como incluso sus sentidos lograban alterarse por la mezcla de ingredientes que apenas y podía identificar.
Eren tenía claro que esa vida en la que acaba de entrar no le pertenecia en lo absoluto.
Aún en su silencio, admiró un poco más de los movimientos tranquilos y despejados de la azabache, apoyando su cuerpo con serenidad en el suelo y verle fijamente.
No quería irse jamás.
Note: hola, volví.
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Had Once Ange
FanfictionCuando Mikasa decidió darle hogar al pequeño gatito de ojos esmeraldas, no esperó realmente encontrar a un guapo hombre desnudo en su cama.