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El debate entre padre e hija persistió durante un largo rato en la acogedora casa de él un fin de semana. La repetida sugerencia de adquirir un robot doméstico para facilitar las tareas hogareñas se tornó un tema infaltable en sus encuentros. Mientras (N) disfrutaba de un refrigerio de helado, su padre, aún afanado en la cocina, no paraba su insistencia.
──Sí, sí lo necesitas ──insistió él, despojándose del delantal con una expresión de convicción tras concluir los quehaceres. ──Hija, yo te amo y sé que eres una mujer independiente e inteligente, pero...
──¿Pero? ──indagó ella, logrando que su progenitor soltara un suspiro, como si la respuesta pesara en su pecho.
──Pero para los quehaceres eres una inútil ──confesó él, provocando que su primogénita lo mirara con cierto reproche. ──Pero eso está bien, porque te esfuerzas en tu trabajo y no deberías hacer otras cosas, por eso necesitas un...──
──No voy a comprar un robot doméstico ──interrumpió ella con cierto fastidio, anticipándose al argumento que ya conocía demasiado bien.
El cansancio de repetir esa oración se había vuelto constante. No solo su padre insistía en la idea, sino que amigos y colegas también le habían sugerido lo mismo en innumerables ocasiones. Admitía que los quehaceres no eran su fuerte; siempre terminaba con algún problema. Ya fuera rompiendo la vajilla o enfrentándose a una lavadora que producía más espuma de lo deseado, la monotonía del hogar parecía conspirar contra ella.
Pero, aun así, se negaba rotundamente a la idea de un androide en su vida cotidiana. Su rechazo provenía de un miedo profundo hacia las inteligencias artificiales que, en su opinión, jugaban a ser ayudantes humanos.
La resistencia a contratar a una empleada doméstica también se cruzaba por su mente, ya que esta profesión había casi desaparecido gracias a la llegada de los robots. Tal vez su paranoia estaba fundamentada en el temor de convertirse en una dependiente más de esas máquinas hasta la inutilidad.
Pero, tal vez era culpa de las películas.
──Entra a esta página,──sugirió su padre, extendiéndole un enlace en línea. ──los venden a un buen precio y todos los comentarios son positivos.──
──Sí, como sea,──habló ella con indiferencia. ──¿Qué película quieres ver? ── Cambió de tema, apartando el vaso de helado como si quisiera darle un cierre temporal a la incansable discusión.
[...]
Cerró la puerta tras de sí al entrar a su hogar, depositó las llaves y se despojó del abrigo antes de dirigirse directamente a su habitación. La cama desordenada la esperaba, pero la falta de ánimo para ordenarla la llevó a una búsqueda sin éxito en la cocina en busca de algo para cenar. Recordó de golpe que no había hecho las compras de esa semana, ni de la anterior, ni la anterior a esa.
De vuelta a su habitación, se dejó caer sobre la cama con la intención de descansar antes de enfrentar a su trabajo de mañana. Mientras verificaba que su alarma para el día siguiente estuviera activada, comenzó a perder la conciencia, aunque un recordatorio crucial la sacó abruptamente de su descanso: no había lavado su ropa de trabajo.
Un gruñido de frustración escapó de sus labios al abrir los ojos. Se sentó en su cama, observando con recelo la ropa que se había quitado dos días antes. Su mirada, sin embargo, fue atraída por su celular, donde el recuerdo de la página sugerida por su padre resurgió de manera insistente.
──Maldición ──gruñó, reconocimiento que la idea de un robot doméstico había pasado de ser una sugerencia molesta a una que no parecía mala.
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No sabia como comenzar esta historia la verdad xd
Y la verdad ni se cuento durara, pero es posible que no sean más de diez partes, aun no se xd
