Pronóstico

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Caminar con las manos al aire y correr de la arena que pica los pies mientras Daphne se acomoda como un capuchino carablanca entre las ramas flojas de la palmera dorada. Y la extremidades se enraizan bajo el agua como manglar costero, le salen hojitas de las pestañas y la figura se acopla al bioma. Nació de la tormenta marítima que desembocó en trocitos de arena; lagrimitas brillantes y conchas de arcoíris.

Montón de vidas decadentes en el fondo del mar.

El sol es dogmático y le rinde culto a la costa, jaula de atardeceres matutinos donde la naturaleza nace en mitad de la noche y entre los fríos del trópico húmedo despiertan mujidos, piares o suspiros.

Gritos acorralados de la espuma muerta. ¡No viva!

'Ahora tan viva, ahora tan viva. Pero vos sabés que lo único que no se muere es la playa, porque existimos las dos y con nuestro mundo, chiquitico, me basta y me sobra. ¿A qué te sabe la inmortalidad?'.

Me sabía a ocaso Daphne y a veces a ti.

Su mano delinea la hendija del caparazón marino. El éxtasis se avalancha como maremoto de mis muslos al galillo; lamento de arrecifes. Y nos convertimos en estructuras calcareas; esenciales y magníficas. Entonces creo que la protejo y que me protejo a mí también. Me creo invencible.

Daphne en la luz y el aguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora