Las caricias del viento no son como el beso en la orilla del risco. Péndulo y vértigo. Las gotitas heladas de océano en las pestañas; al borde de los labios, en la hendidura de la clavícula, en nuestras mano entrelazadas y nuestros pies descalzos haciendo huequitos en la tierra húmeda.
Cartago es frío sinigual.
'Es frío que me escuecen lo ojos y se me mojan las mangas de la sueta tuya que me llevé'
'Lleváme contigo la próxima vez en lugar del abrigo'
Eso me decía Daphne cuando me iba lejos y regresaba con una calentura juvenil para meterme entre las sábanas haciendo treinta y dos afuera. Pero solo afuera, porque dentro de la casita tenía esos temblores tan característicos de la forma en que acostumbramos amarnos.
Solo que ya el viaje no es a corto plazo y Cartago sigue siendo helado.
Me voy.
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Daphne en la luz y el agua
NouvellesRelato que narra los recuerdos de una joven en las costas caribeñas después de una breve y furtiva relación que la marcó de por vida.