|Capítulo III| pt. 1

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—¡Ya está nevando!—exclamó Yue apenas abrió los ojos y miró por la ventana, no tardó más de dos segundos en ponerse de pie y mirar más de cerca.—Enji, Enji, mira, ya está nevando.

—Mmmmgh, aún es muy temprano...—se quejó el mayor, giró sobre si mismo y se acostó boca abajo, tratando de volver a dormir, no había descansado en lo absoluto, debido a los sucesos acontecidos el día anterior.

La menor se montó sobre su espalda y dió pequeños brincos, tratando de despertarlo, estaba con ánimos.

—Aaah, vamos, despierta, ¿Ya eres un anciano?—le susurró al odio a la par que depositó un beso en su nuca, el pelirrojo se estremeció, ni siquiera le molestó el comentario, pues le agradaba tenerla sobre él.—¿Lo eres?

El mayor sonrió antes de actuar, la derribó sobre la cama y se posicionó sobre ella, acorralándola contra el colchón, la azabache quedó muda ante el acto, y repentinamente se puso nerviosa.

—¿Un anciano podría hacer esto?—le cuestionó con voz profunda, acortando la distancia, disfrutando de las reacciones de la menor, quién tan solo atinó a sonrojarse y negar.—Eso creí, ahora a dormir, niña malcriada.

—Eso sí es algo que diría un anciano...—murmuró siguiéndole el juego, llevó su mano hasta el cuello del mayor y lo acarició con suavidad, tentando qué tan lejos podía llevar.

«Nunca me había sentido así de cómoda en estás situaciones...», pensó mientras seguía con las caricias, detrás de la oreja y por la mandíbula.«en las "otras" veces ni siquiera pude disfrutar.»

—Te gusta jugar con fuego...—dijo bajando la voz, acercándose aún más, queriendo besarla, ninguno estaba dispuesto a ceder en el pequeño reto que se había creado, fue la emoción y exitacion de lo prohibido lo que tal vez impulsó a Enji a acercar un poco más sus caderas, rozando levemente sus intimidades.

—Me gustaría más poder...quemarme...—alzó sus caderas, eliminando cualquier distancia y sintiéndose finalmente en su totalidad. Sin pudor se alzó y lamió el cuello del mayor, quién tan solo rió por lo bajo.

—Me vas a volver loco...—murmuró antes de separarse por completo, se puso de pie y se estiró, ignorando el bulto que comenzaba a formarse en sus pantalones de dormir.

La menor se sentó a medias y lo miró con el ceño fruncido.—No puedes irte así como así...—se quejó, ella quería continuar, no podía dejarla con las ganas de algo más, y claro que notaba la situación en que él había quedado.

Enji se giró, la tomó de la mandíbula y estampó sus labios contra los de ella, en un beso brusco, dominante, no le dió tiempo a llevarle el ritmo e introdujo su lengua, paseándose a su antojo, llevando sus manos hasta las caderas de la menor, para proporcionarle caricias y apretones de doble intención, arrancándole el aliento y pequeños gemidos.

—Tendrás que confirmarte, pequeña...—le dijo sin más antes de dirigirse al baño para ducharse, ignorando aparentemente el estado de la menor, quién se quedó perpleja en la cama, con la respiración acelerada y sin saber qué había hecho el pelirrojo para mojarla de aquella manera con solo un beso.

Respiró hondo, tratando de apasiguar su temperatura, sin embargo todo su cuerpo pedía más, se dejó caer hacía atrás y llevó su mano hasta el interior de sus muslos, suspirando y acariciando su piel, imaginando que aquellos toques eran proporcionados por Enji, recorrió su intimidad por encima de la ropa y jadeó, su cuerpo parecía arder, como si realmente tuviese la necesidad de copular, la mente se le nubló y simplemente se dejó hacer por su deseo profundo de ser saciada, llevó su mano libre hasta sus pechos y comenzó a acariciarlos, aprovechando de no llevar sostén.

My Hero #1 (Endeavor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora