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Sakusa besó una última vez la frente de su novio, este se volteó con una sonrisa pidiéndole que lo abrazara para dormir. No tardó en pegar su pecho a la espalda de Atsumu igualmente desnuda, le pasó una pierna por encima y brazo por debajo de la cabeza. Con un último pequeño beso en su hombro se decidió a dormir.

Pero eso no sucedió, no por su parte al menos, porque Atsumu estaba más que dormido desde hace media hora.

Sakusa suspiró y alejó su brazo izquierdo de la cadera de Atsumu, con cuidado bajó su pierna del costado de este y se volteó lo más lento que pudo. Adoptó una posición extraña, en especial teniendo en cuenta que su brazo derecho seguía estando secuestrado de forma bastante adorable por Atsumu.

Pese a estar casi desnudo sentía un calor insoportable por todo su cuerpo y para rematar la situación su brazo derecho sudaba por el contacto con el cuello de Atsumu, que además había entrelazado una de sus manos con la suya.

Siguió con movimientos lentos para destapar su propio cuerpo sin mover a su novio. Escuchaba perfectamente su respiración pausada evidencia de que estaba profundamente dormido hace ya un rato.

¿Debería quitar su brazo?

Lo pensó varios minutos, pero no quería despertarlo, también pensó en acariciar su cabello, pero no quería molestarlo.

Que tranquilidad le brindaba el ambiente... si no fuera que su brazo comenzaba a dormirse. Mientras él no podía, no había forma de que se quedara dormido, pero Atsumu estaba totalmente ajeno a la situación, durmiendo como un angelito.

Ese angelito, era suyo... le encantaba. Sonrió con sincera felicidad al pensarlo, le encantaba aún si le estaba babeando el brazo en ese momento. Sus ojos se habían acostumbrado lo suficiente a la oscuridad, por lo que podía distinguir detalles superficiales de la habitación.

La televisión que habían comprado para ver series tomados de la mano mientras entrelazaban sus piernas o se abrazaban para acariciar el cabello del otro.

El armario que en un comienzo iba a ser 50/50 y había terminado siendo 70/30, porque claro el rubio tenía mucha más ropa.

El otro armario, en el que tenían las cosas de deporte de ambos, la gran cantidad de camisetas, zapatos deportivos, incluso regalos de fans que no se atreverían a tirar y atesoraban bastante.

Un pequeño ronquido interrumpió sus pensamientos, pero lo dejó pasar sonriendo nuevamente y llevando la vista a la repisa en la que entre varios peluches -nuevamente regalos de fans- descansaba un pequeño cuadro con una foto de ambos en la cancha. Él rematando un balón armado por Atsumu, simplemente perfecto.

Recordaba con cariño la forma en que el rubio se lo había entregado con nerviosismo, sus mejillas sonrojadas y pequeña sonrisa. Le parecía adorable como se ponía nervioso por eso, en especial cuando apenas habían terminado una intensa ronda de sexo en la que sin vergüenza alguna el rubio había gemido su nombre-o mejor dícho su apodo- mientras le pedía más.

El canasto con ropa sucia en la esquina. Si la gente supiera lo mucho que le había costado que su estúpido novio dejara de tirar su ropa sucia por todas partes y la comenzara a dejar en el canasto.

La mesita de noche de su lado donde además de una pulsera de hilo rojo -que Atsumu le dio al cumplir su primer mes- descansaban una botellita de lubricante, condones, algunos juguetes y unas esposas. Pero no, no cualquier tipo de esposas, ya que las normales de felpa rosa le habían lastimado las muñecas y Atsumu totalmente arrepentido se negó a que las usara de nuevo. Recordaba como había acariciado sus muñecas con cuidado y buscado en internet unas de cuero acolchadas para que ninguno se volviera a lastimar.

Pensamientos de insomnio~Sakuatsu~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora