ᴅʀ ꜱᴛʀᴀɴɢᴇ

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Había pasando tanto tiempo después de lo ocurrido en Sokovia; tiempo en el cual Hannah sufría noches por el poder de la gema, sabia que no podía huir de ella y por mas que lo ocultara le lastimaba, sabía perfectamente que Wanda lo sentía a pesar de decirle que estaba en perfecto orden e incluirse Visión lo sabia, el y ella pasaban tanto tiempo juntos que podían presumir que ambos conocían mucho del otro mientras Wanda se mantenía alejada de él con recelo, Hannah se había convertido en su más grande amiga y no podía negar los cientos celos que le causaba que Visión le quitase tiempo con ella.

—¿Que haces aquí? —pregunto la castaña mirando el televisor recién apagado.

—Pasaba a verte. —se acercó hasta ella a paso lento. —No has estado bien en esto días, lo sé.

—Lo estoy. —bajo la mirada viendo las manos de Steve tomar las de ella con cuidado.

—No lo estas, yo, sabes que quiero lo mejor para ti. —ladeó su cabeza buscando su rostro pero esta se lo negó mirando a otro sitio con rapidez. —¿Hannah?

—Ya no puedo hacer esto Steve, lo siento. —se soltó se su agarre evitando su mirada para no caer a sus pies.

—Podemos intentarlo, yo...

—¡Vis! ¡Diablos que susto! —le sonrió la castaña al androide quien había atravesado la pared con inocencia.

—Ah, si estaba abierto a si que supuse que... El Capitan dijo que le avisara cuando llegara el señor Stark. —cambio de tema con rapidez y miro a Steve con cierto nerviosismo.

—Gracias, ahora bajo. —suspiró con cansancio.

—Yo, usare la puerta, ah y al parecer invito a alguien. —dijo este volviendo la mirada a la pareja. —Es el secretario de estado.

—Hannah... —le llamó Steve pero esta solo le sonrió a medias para poder salir de la habitación sin contestar.

[...]

Caminaba por las calles de Nueva York mirando el pequeño papel entre sus dedos, una dirección que finalmente pudo recordar en sueños borrosos. No paraba de escuchar una voz que le daba tanta paz y esta le guiaba hasta un sitio que la hacía sentir en completa armonía con el poder de la gema.

Su corazón se detuvo al sentir la presencia que sobresalía detrás de aquella extraña puerta. No dudo en tocar y el sentimiento de que estaba en el lugar correcto al mirar aquel rostro tan familiar que le sonreía era increíble.

—Hannah Stark, estoy tan agradecido de por fin vivieras a mi. —se giró obligándola a seguirle.

—Ah, si bueno, eras insistente. —bromeó recibiendo una risa contagiosa del hechicero.

—¿Gustas algo de beber? —de un momento para otro está yacía sentada en un gran sofá con una taza de té en manos.

—Ah prefiero... exactamente esto. —musitó sorprendida mirando como la taza de té se drenaba como un inodoro hasta volver a llenarse con café. —Asombroso...

—Pero ¿cuáles son mis modales? Soy el Doctor Stephen Strange. —le sonrió de regreso mirando como la castaña miraba el sitio con asombro. —Y estoy interesado en ayudarte Hannah, claro, ¿me permites llamarte Hannah?

—Oh claro, dime Hann. —sonrió con inocencia causando ternura en el hechicero supremo. —¿Ayudarme? ¿En que específicamente...?

—La gema, posees la esencia de la gema del alma mas sin embargo no puedo verla en ti. —musitó pensativo acariciando su no tan reciente barba mientras giraba alrededor de ella examinándola de pies a cabeza una vez esta se levantó a mirar todas las reliquias.

—Ah bueno, yo no tengo la gema, Visión la tiene, yo solo... —bajo su mirada con nostalgia.

—El engreído de Stark pensó en regresarte de un estado vegetal crónico que parecía no tener cura, lo se, estoy al tanto. Ah y disculpa por lo engreído. —le sonrió con gracia haciéndola reír.

—Lo es, no pensó que esto me heriría y ahora no se como controlar esto, estoy sufriendo. —trato de decir mirando esta vez al hechicero quien la miro con comprensión, sabia lo difícil que era para ella admitir que necesitaba ayuda; la había estudiado por días e inclusive hablado en sueños con ella. Conocía su dolor.

—Acompáñame. —esta vez ninguna ilusión la hizo aparecer en otro sitio, solo siguió el paso del hechicero supremo hasta una sala repleta de armaduras y reliquias. —En ese lugar aprendemos a canalizar nuestro don e inclusive sanar heridas, en este caso no será apropiadamente correcto llamar don tu poder.

—Espera, espera, ¿quieres que me una a tu secta? —esto hizo reír a carcajadas al hechicero. —¿Que?

—No es una secta, nosotros protegemos la realidad. —musitó creando un escudo con ayuda de su anillo. —Y con tu ayuda podemos protegerla del futuro. —le tendió un anillo y esta no dudo en tomarlo asombrada de lo que el mayor le mostraba.

—Eso suena a una secta. —murmuró admirando el anillo curioso y ambos rieron.

—Puedo enseñarte a canalizar tus poderes, a controlar las artes místicas si tu así lo deseas, puedes hacer esto y más sin miedo de lastimar a los que amas. —musitó creando patrones hasta rodearla con cientos de mariposas anaranjadas de magia haciéndola sonreír sintiéndose segura. —Eres más fuerte de lo que te puedas imaginar Hannah y yo prometo guiarte por un buen camino como tu mentor...

—No digas más, estoy dentro. —musitó emocionada cautivada por todos aquellos "trucos de magia."

—Todo lleva su tiempo Hannah. —sonrió este creando un portal. —Y estoy contento de que aceptaras ser mi aprendiz ¿tan rápidamente? —bromeó haciéndola reír.

—Eres bueno Stephen, puedo sentirlo. ¿Debo cruzar eso? —musitó confundida viendo cómo una silueta muy conocida miraba el portal alertada.

—¿Hannah? —Wanda relajó sus manos obligando a su magia escarlata desaparecer. Su rostro era de preocupación pero Hannah no tardo en decirle telepáticamente que estaba bien obligándola a esperarla del otro lado con sus brazos cursados.

—Nos vemos luego Hannah Stark. —sonrió Stephen al verla pasar una mano por el portal.

—Gracias Doctor Strange. —ladeó su cabeza para mirarlo pero no fue suficiente. El que alguien la ayudara de esta forma como el lo hacía era increíble. —Gracias por quererme ayudar.

Tras ese abrazo de sorpresa Stephen no dudo en sonreír con nostalgia, ahora estaba haciendo lo que la antigua hechicera suprema hizo por el y podía sentir como ella estaba orgullosa de él. Hannah había estado sufriendo tanto y conocía ese dolor sin duda alguna.

sᴜɴsʜɪɴᴇ ᵂᵃⁿᵈᵃ ᴹᵃˣⁱᵐᵒᶠᶠDonde viven las historias. Descúbrelo ahora