Memorias del Alma

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Y así al pasar los años,
me he dado cuenta que,
vamos pasando la vida por etapas,
unas agradables, y la mayoría
con pesares, pero nadie y nada
es perfecto, excepto una melodía
que se escuchaba de aquél violín,
que sonaba a una cierta distancia,
y me enamoré.

Caminé unos cuántos pasos,
y a mitad de la calle, ahí estaba
un joven alto, delgado,
cabello rizado de color castaño oscuro, usaba plantones vaqueros
una camisa a cuadros,
botas negras y un sombrero,
un poco desgastado por el sol.

Recuerdo también sus manos
¡oh Dios mío! Que hermosas eran,
su manera de tocar, era como escuchar a un coro de ángeles
en el cielo.

Los ángeles existen, y pozan en cuerpo similar al de nosotros,
con mirada tierna y su actuar
también lo es, Dios los envía como una señal de que todo pasará.

Phereniké IcuitlatlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora