Siento el calor atrapante de los acolchados en mi cama que te invita a no salir. Me remuevo en la cama sabiendo que ya es hora de levantarse, pero también teniendo muy en cuenta que mi cuerpo no responde ante la alarma del despertador. Saco tímidamente la nariz de debajo de las mantas de polar que tanto me abrigan en invierno y siento el húmedo frío colándose por los agujeros de mi nariz. Hago un esfuerzo sobrehumano y pateo los acolchados violentamente para no tener chances de volver a taparme.Me levanto y camino hasta el baño para hacer mis necesidades y asearme, cuando escucho el hermoso y acogedor llamado de mi madre.
-¡Lucia, es hora de irnos! ¡Termina de una vez!
Me termino de poner mi horrible uniforme azul Francia para la escuela y salgo atándome el pelo en una colita alta. Al salir de mi cuarto me encuentro con la casa completamente vacía y la puerta abierta, mi familia siempre tan paciente. Recojo mi mochila rápidamente y salgo a la calle para subirme al auto de mi madre, cuando veo un auto gris en mi puerta que reconozco inmediatamente.
Comienzo a ponerme nerviosa. Me sudan las manos y me debato entre volver a entrar en mi hogar o ser valiente y saludar, pero el tiempo no es suficiente y estoy indecisa.
-¡Lucia! ¿Qué haces ahí parada? Ven que nos tenemos que ir ¡Estás llegando tarde!
Tomo un sonoro respiro y camino rápidamente hacia aquel auto gris.
-¡Lu! Tanto tiempo... ¿Cómo has estado? - Me pregunta la Señora Step sentada en el asiento del conductor.
Que lo loca que es la vida, llevo sin ver a la Señora Step hace cinco años aproximadamente, mientras que su casa se ubica sólo a la vuelta de la esquina de la mía. Agregando que antes nos veíamos tan seguido que se podría decir diariamente.
-Bien, gracias. ¿Usted?- Le pregunto por educación, mientras por dentro soy un saco de nervios. ¿No estábamos llegando tarde?
-Bien por suerte. Hace bastante que no te veo por casa. ¿No, Franco?
Trago sonoramente dándome cuenta tardíamente de que lo que mas temía estaba sucediendo. Él estaba sentado ahí, en el asiento continuo al piloto, mirándome fijamente con sus achinados ojos verdes, como esperando algo. Estaba vestido con el horrible uniforme del colegio, pero obviamente a él le quedaba súper bien. El pelo revuelto, el cual hace años creía haberlo visto de color gris ceniza, mientras que ahora se encontraba mucho mas oscuro y largo, suplicando un turno con el peluquero y sus tijeras. Quito la vista lentamente,no queriendo salir del remolino que son sus ojos, cuando me doy cuenta que nuestras madres nos miran expectantes.
-¿Mmh? - Pregunto dando a entender que me he perdido en mis pensamientos (Sus ojos verdes).
La madre de Franco saca una sonrisa dulce y comprensiva, una sonrisa que años atrás era un intento de máscara para tapar ciertas preocupaciones. Mi madre me mira negando divertidamente la cabeza, mientras que Franco ya no lo hace, sino que posa sus ojos al frente.
-Debemos irnos, Mary. Nos vemos la próxima. -Comenta mi madre amablemente.
-Adiós chicas, espero que nos volvamos a encontrar. -Responde encendiendo el motor de su auto gris, para luego ponerlo en marcha y desparecer por la carretera.
-Vamos Lu, hoy llegarás tarde. -Añade subiéndose a la camioneta.
Suelto un suspiro y subo al coche, pensando en lo que siempre da vueltas por mi cabeza.
***
Apenas piso el suelo de mi escuela, observo atentamente buscando algún indicio de cuál será mi aula este año, o buscando a su vez a algún conocido al que pueda preguntarle.
Repentinamente siento unos brazos abrazándome fuertemente por el cuello mientras la persona dueña de aquellos brazos vuelca su peso sobre mi cuerpo, haciendo que me tambalee junto a ella.
-¡Eres una zorra! ¡Ni un puto mensaje te dignaste a mandarnos! ¡Te odio!- chilló mi amiga haciéndose la indignada y ofendida.
-¡Ustedes no son ningunas santas! ¡Ni una llamada, ¿ah?!- le devolví la reprimienda abrazándola lo más fuerte que mis brazos podían llegar.
-N-no... resp..
-¡Lo siento! A veces me olvido de tus voluptuosos melones.- Comenté graciosa refiriéndome a sus enormes senos y admirando su cara de rabia ante mi broma. -¡Oh, vamos! ¿Me vas a decir que en el verano se achicaron?
-No, idiota. - me dijo cortantemente, pero con cara de maldad. - En cambio a ti el trasero se te infla cada día más. ¿No probaste pincharlo con una aguja? Por ahí se desarma y se te vuelve algo mas normal, aunque deberías ir asumiendo que no se pueden hacer milagros...
-Jaja, muy graciosa.- Me burlé entrando al instituto junto a Agus, pero buscando a la vez a Carla.
-¡Hey! ¡Las prostitutas no pueden estar aquí! ¡Su lugar está en la esquina!- Escucho un agudo grito a nuestras espaldas, haciendo que nos demos vuelta inmediatamente, aún sabiendo de quién se trataba.
-Te debes estar hablando a ti, porque aquí no veo otra prostituta más que tú.- Le contesto con una sonrisa en la cara y abriendo los brazos para poder recibir y dar el abrazo que tanto esperé. Cuando se sumó Agus a nuestro abrazo, comenzamos a saltar y a gritar, demostrando lo mucho que nos habíamos extrañado en las vacaciones.
Ya cuando los demás estudiantes nos miraban con desprecio, nos separamos y nos encaminamos hasta nuestro salón, mientras cada una contaba sus aventuras durante el verano.
-Dios, yo estuve la mayor parte del verano en casa de Clent. ¡Es tan lindo y dulce que me derrite! ¡No puedo decirle que no! -Comenta Agus refregando a su tierno novio y su hermosa relación.
-No sucedió nada más que besos, ¿No? -Preguntó Clara picaronamente, insinuando algo más.
-Es mejor no hablar de intimidades.- Cortó Agus tratando de disuadirnos. Dando a entender lo que ya suponíamos.
-¡Pero si serás zorra! ¡Quiero detalles!- Saltó Clara queriendo sacar información.
-Luego, luego. Nuestra pequeña santita se va a perturbar. - Bromeó refiriéndose a mi.
-Cállense, idiotas. Entremos de una vez.
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No es amor
Teen FictionConociéndose desde muy pequeños, pasaron de ser amigos a hermanos, de mejores amigos a compañeros. Pero al entrar en la adolescencia pasaron de ser el mejor ejemplo de amistad a unos simples conocidos. Pero siempre hubo algo, y deben averiguarlo. ¿...