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Cuenta la leyenda que hace miles y miles de años atrás, en Egipto, cuando los gatos todavía eran venerados, la diosa Bastet se comunicó con el Faraón de aquel momento para darle un mensaje importante.

Bastet estaba preocupada, ya que veía que los gatos del antiguo Egipto no eran tratados como debían.

El faraón confundido le contestó a la diosa que los gatos del pueblo eran tratados como seres superiores y que no entendía la preocupación de la diosa, por lo que Bastet le cuenta que los felinos no estaban siendo bien alimentados y que eso les generaba un gran descontento.

El Faraón al oír esto se puso mal, ya que él se aseguraba de que los gatos sean alimentados con las mejores carnes de su tierra.

Bastet, al ver al faraón tan desanimado, le ofreció un regalo, una bolsa de tela con la silueta de un gato dorado, dentro contenía una semilla del mismo color y le ordenó que la plantara lo más rápido posible, que esperara a que diera frutos y que ahí encontraría la solución a esta gran problemática.

El faraón rápidamente obedeció y a los treinta días la planta dió frutos, dejando ver un alimento marrón con el más exquisito aroma.

El faraón feliz ordenó que todos los felinos del palacio sean alimentados con los frutos de la semilla dorada, pero el faraón fue egoísta y el alimento solo se quedó en el palacio.

La diosa Bastet nunca se enteró de esto y el alimento solo fue dado y distribuido entre las familias de la nobleza, envueltos en bolsas parecidas a la que la diosa Bastet le había dado al faraón.

El tiempo pasó y el alimento solo podía ser comprado por celebridades millonarias, como lo fue Freddy Mercury, cuyos gatos eran alimentados con este fruto regalo de la diosa Bastet.
Y hasta el día de hoy solo puede ser consumido por los gatos más elitistas.

El Gato Dorado Donde viven las historias. Descúbrelo ahora