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Lili estaba cansada, su dueño no paraba de apuntar su cámara hacia ella, “dale gata, hacelo por tus seguidores”, “deja de moverte”, “mira al lente, tonta”.

Los flashes la aturdían y tenía hambre, aunque sabía que si no lograba que la sesión de fotos salga bien su dueño la iba a castigar sin darle comida. Por lo que puso la cara más adorable que pudo y logró que algunas fotos salgan bien.

Lili era una gata influencer, contaba con más de un millón de seguidores en Instagram y tenía varios amigos gatos igual a ella.

Todos explotados por sus dueños en las redes sociales, creándose personajes simpáticos y finjiendo ser amantes de los animales, pero cuando las cámaras se apagaban ni se acercaban a sus mascotas.

Cuando la sesión de fotos terminó Raul, el dueño de Lili, se digno a llamar a su empleada doméstica y mejor amiga de Lili, Luciana, para que se encargué de su gata.

Luciana tomó a Lili en sus brazos y mientras le hacía un par de caricias en su cabello blanco la llevó a la cocina.

Ahí, una vez a solas se pusieron a hablar. Si, Luciana podía comunicarse con los felinos, era un don con el que había nacido.

Lili y la empleada conversaban de cosas mundanas, mientras que la primera comía de a poco su comida ultra especial, el alimento que solo los gatos de su estatus social podían conseguir, aquel de la marca El Gato Dorado.

Lili tenía sobrepeso, debido en parte a su gran amor por esta comida. A veces eso la hacía sentir mal, en especial cuando Raúl le hacía críticas a su físico, comparándola con los demás gatos influencers.

Igual Luciana siempre la hacía sentir mejor consigo misma, diciéndole que su pancita era adorable y que no debía cambiar solo por lo que decía su dueño.

El día pasó y a la noche Luciana se fue, llevándose con ella las sobras de la comida de su Patrón Raúl.

Lili se había enterado de esto hace poco, cuando decidió seguir a la chica sin que esta se diera cuenta. Al parecer, Luciana le llevaba estas sobras a unos gatos callejeros que vivían cerca de su hogar.

Uno de ellos la vió ese día y en vez de mandarla al frente o burlarse de ella como hacían la mayoría de gatos, que se reían de ella por tener sobrepeso, la saludó discretamente.

En ese momento Lili no supo cómo reaccionar y huyó de nuevo a su casa.

Pero hoy en día ella quería volver a ese lugar y socializar con esos gatos. Así que le contó a Luciana que la siguió y qué quería ir con ella.

Por lo que planearon algo, al día siguiente ella la llevaría consigo a conocer a los demás mininos, además Lili llevaría un poco de su comida especial para compartir con los demás.

Luciana le había dado esta idea, la chica le contó que las sobras de su dueño no eran suficientes para alimentar a esos gatos callejeros y que la mayoría estaban desnutridos.

El día había llegado, Lili estaba emocionada. Su dueño no estaba en casa, había ido a un viaje de negocios, por lo que podría estar afuera todo el tiempo que quisiera.

Fueron de día, ya que a la noche era más peligroso estar por ese lugar, además podrían estar más tiempo conviviendo con los demás gatos.

Cuando llegaron al lugar Luciana llamó a los mininos, pero ninguno apareció. Volvió a llamarlo y esta esta vez solo apareció uno.

Lili en seguida reconoció a ese gato, era el mismo que la saludó la primera vez que fue. Venía cabizbajo y se veía sin ánimo.

Luciana le preguntó que pasaba y el gato le contó que sus amigos se habían ido, habían planeado viajar a otro lugar, conseguirse un nuevo hogar, solo que sin él.

Lili vió su oportunidad y le dió su consuelo al gato, cuyo nombre luego supo era Marcos.

Se acordó del plan que tenía y le preguntó si tenía hambre, a lo que Marcos contestó que siempre tenía hambre y juntos se rieron.
Lili le ofreció de su comida y le contó que había llevado una gran cantidad pensando que habrían más gatos.

Marco al principio dudó, conocía a Lili, como todos. Era una celebridad. La situación le resultaba extraña, ¿por qué estaba siendo tan buena con él? le preguntó.

Ella le contestó que solo quería hacer nuevas amistades, además de que no le importaba compartir su comida, si siempre tenía. Y le insistió en que comiera por lo menos un poco.

Marco lo pensó y después le dijo que comería solo con una condición, que sean amigos. Lili aceptó rápidamente, no podía estar más feliz, lo que más quería era ser su amiga.

Entonces Marco probó un poco del alimento y enseguida su mirada se iluminó, no podía creerlo, esa comida debía ser regalo de algún Dios.

Lili lo miraba feliz, pero pronto su panza comenzó a sonar, antes de ir no había comido muy bien debido a sus nervios.

Luciana escuchó ese sonido por lo que la acercó al gran plato y le insistió en que comiera.

Marco la miró y con su miraba también la invitó. Entonces se unió a él y juntos se acabaron todo.

La noche ya estaba cayendo y Luciana le avisó que debían irse, pero Lili no quería. Con tan solo imaginarse a Marco solo en ese peligroso callejón se le ablandaba el corazón.

En ese momento tuvo una idea. Se acercó al gato y le propuso vivir con ella. Su casa era demasiado grande y su dueño era demasiado tonto como para notar que otro gato vivía con él.
Solo debía mantenerse un poco escondido durante el día. Podía esconderse en el gran patio o en la habitación de invitados. Además podría comer cuando quisiera.

Marco no estaba muy seguro de que sea una buena idea, pero él era bueno escondiéndose y le aterraba estar en la calle por su cuenta, así que aceptó la propuesta de la gata blanca.

Luciana les hizo el favor de alcanzarlos hasta su hogar y Marco al ver su nueva casa quedó fascinado, nunca pensó que podría vivir en un lugar tan lindo. Cuando entraron Lili le dió un tour por la casa y después se pusieron a jugar.

Mientras, Luciana se iba. Justo cuando pasó por el callejón peligroso escuchó algo y luego vió algo, era una luz que cada vez se hacía más grande, de color dorado brillante.

Por alguna razón no sintió miedo, una parte de si le dijo que estaba protegida.

La luz comenzó a tomar forma y finalmente se transformó en la figura de un gato humanoide y luego habló. Según ella era Bastet, una diosa del antigüo Egipto y venía a felicitarla. Le contó que ella la trajo a la tierra con una misión, unir a los gatos de todas clases sociales para que comieran su alimento, aquel que llevaba la marca del gato dorado.

También le contó que ella le había dado el don de hablar con felinos, para que su misión le resultara más fácil.

Bastet alzó su mano y se la ofreció a Luciana. Le dijo que se uniera a ella, que juntas iban a lograr su cometido. Luciana estaba en shock, no podía creer lo que estaba pasando. Tal vez esta era una hermosa alucinación o un sueño extraño, pero no, esta era la realidad.

Su cabeza se había llenado de dudas, ¿qué pasará con Lili y Marco? ¿Quién iba a cuidar de ellos?

Bastet pudo escuchar sus dudas y la tranquilizó, prometió que nada les pasaría y que ella se encargaría de que todo esté bien.

Así que Luciana tomó su mano y decidió unirse a la diosa.

La luz volvió a aparecer, con el tiempo se hacía más grande y brillante, hasta que desapareció y junto a ella también Bastet y Luciana.

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⏰ Última actualización: May 24, 2021 ⏰

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