Los Hermanos Destino

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El hogar de Los Destino era diferente al resto de las estructuras en Oceania. Si bien los colores de su fachada eran principalmente colores cálidos, mayormente rosa, y poseía bastante luz en el interior, su composición seguía siendo mucho más extravagante.

Eran dos cámaras principales conectadas por un extenso y ancho pasillo circular, dichas cámaras carecían de puertas o ventanas, pues eran sostenidas por infinidad de columnas por los que la gente podía entrar y salir a su gusto. Su base, así como su techo, contaban con un patrón de pliegues que asemejaban a los pétalos de una flor.

La segunda cámara, ubicada al final del pasillo, era más grande y mucho menos expuesta que la de la entrada. Si bien, aún estaba rodeada de columnas, estás eran mera decoración, pues solo servían para remarcar el perímetro de la pared de coral.

Un lugar extravagante y lleno de colores y energía, justo como lo eran los hermanos Destino, los adivinos "personales" del rey.

— Jimin, Taehyung. –habló Jungkook, el menor de los hermanos. –Estoy pensando en un número. Es entre el uno y un millón.

— Cuatrocientos mil trescientos veinte. –respondieron los dos mayores.

— Ay, adivinaron de nuevo. –se quejó el de cabello largo, pero inmediatamente olvidó el tema. –Me pregunto si sería más divertido si no fuéramos adivinos.

Los tres hermanos jugaban entre ellos, sentados plácidamente cada uno en una silla alta y acolchada, que simulaba un trono, pero en pequeño, formando un círculo justo en el centro de la habitación.

Las risas de los hermanos fueron interrumpidas por unos ligeros golpes en la puerta de la habitación, misma que se abrió para dejar pasar al sirviente de Changkyun.

— ¡Hermanos Destino! –el caballito de mar trató de hablar con firmeza, pero su vocecita más bien ocasionaba cierta ternura. –El rey...

— ¡Hola, Hobi! –saludó el mayor de los hermanos, con una sonrisa que le hizo cerrar los ojos.

— Hola, Jimin. –sonrió de vuelta. — ¿Cómo has es-?

Pero Hoseok nuevamente interrumpido, esta vez por un portazo justo en la cara que lo mandó directo al piso.

— Tardas demasiado. –reclamó Changkyun, nadando hacia los hermanos mientras veía a su sirviente sobarse la nariz.

Changkyun se acomodó en una de las sillas de los hermanos, los adivinos rápidamente fueron hacia él, pues ya conocían la rutina en cuanto a la lectura del futuro se trataba.

— Díganme, hermanos Destino, ¡díganme que voy a gobernar por siempre!

— Tranquilo, Changkyun, sabes que las predicciones toman su tiempo. –le recordó el hermano de en medio, Taehyung.

Jungkook fue el primero en entrar en trance, toda su silueta siendo iluminada por una luz azul, y sus ojos tornándose blancos.

— La merilia es débil. –dijo el menor, con una voz profunda y ronca. –Si no hay un cambio, envenenaras a Oceana.

— Si, si, ya estoy trabajando en ello. –Changkyun agitó sus manos, quitándole importancia al asunto.

— No queda tiempo. –prosiguió Taehyung, en el mismo estado que sus hermanos. –El hijo de Caliza llegó a la edad.

— ¿¡Qué!? –Changkyun se levantó inmediatamente, con el entrecejo fruncido y la boca abierta en sorpresa.

— El hijo de Caliza vendrá a buscarte. –predijo Jimin.

Kihyun en una aventura de sirenosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora