Capítulo 20: Provocaciones y más provocaciones (no todas son buenas)

44 11 15
                                    

En la tarde mis amigos decidieron dormir un poco para recuperar las energías perdidas en el viaje. A mí me pareció una excelente idea, pero cuando cerraba los ojos solo veía a Noah. La situación con mi falso novio me tenía la cabeza trabajando a toda hora, era frustrante. Debido a esto decidí rendirme a la evidencia y sentarme afuera a esperar la puesta de sol, mi momento favorito del día.

—Hielito— me llamó Noah con la voz ronca.

Me tensé al escucharlo. Había hablado tanto con él en mi cabeza que no esperaba tener que hacerlo también en la vida real.

—Tomate— le sonreí.

Me devolvió la sonrisa y se sentó a mi lado. Recién se había despertado, se notaba en sus ojos. Además, tenía el pelo alborotado y las mejillas rojas. No hacía falta decir lo adorable que se veía.

—¿Estás bien? — me preguntó.

Se rascó los ojos con el dorso de la mano y me pareció tan lindo que tuve que desviar la mirada para no ser tan obvia. Noah era una increíble mezcla de ternura y sensualidad que podría volver loca a cualquiera.

—Estoy bien, solo no podía dormir.

—No hablo de eso. Te noto diferente— me dijo y yo lo miré frunciendo el ceño—. No me mires así, estoy seguro de que algo te pasa.

—Tuve una conversación con Dani y estuve pensando en lo que hablamos. Eso es todo.

—¿Con Dani? — preguntó con curiosidad.

—Sí, era sobre Cris y sobre mí, la piscina y... como sea, es una larga historia.

—¿Te gusta Cris?

El premio del año al más ciego se lo llevaba Noah.

—No, no me gusta Cris.

Suspiré y miré el sol que ya casi desaparecía en el horizonte.

—Entiendo— murmuró.

Los dos permanecimos en silencio hasta que la noche comenzó a caer. De repente, el silencio fue interrumpido por unos cuantos gritos que provenían de adentro de la casa. Noah y yo nos miramos antes de levantarnos rápidamente para asegurarnos de que los chicos no se estuvieran matando.

—¿Alguien se sabe el número del 911? — preguntó Cristian un tanto alterado.

—Vaya, no lo sé— dijo Sebas sarcásticamente y Cris asintió—. ¡911, idiota!

—¿Qué está pasando? — pregunté.

Todos parecían estar al borde de un ataque. Cristian hasta llevaba una espátula como si de una espada se tratase, y Ariana parecía paranoica señalando a todos lados con un insecticida en la mano.

—¡Hay un pterodáctilo en la casa! — exclamó Fran.

—Sí, parece salido de Jumanji— aseguró Cris.

—¿De qué mierda están hablando? — pregunté en el mismo instante en que un insecto enorme voló hacia mí.

Grité y de un salto me escondí detrás de Noah. Él me miró aguantando la risa.

—¿Estás bien? — me preguntó.

Corregí mi postura y alisé arrugas imaginarias en mi ropa.

—Sí, muy bien.

—De eso te estábamos hablando— me dijo Fran.

—Esa es Tinker Bell, a mí no me jodan— habló Logan. Este último estaba escondido atrás del sofá junto con Daniela.

Finjamos que no te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora