La oscuridad lo llamaba con palabras susurradas en un idioma olvidado, sin una boca para modularla. Intentaban moverse con cautela, sus ojos desplazándose por la penumbra, evitando subir la mirada. La fuerte y delgada mano de su acompañante lo sostenía fuertemente, uno, dos apretones, El sonido de una rama con hojas marchitas y el infante entendió el mensaje.
Cerró su ojo obedientemente, sabiendo que iba a pasar si no lo hacía y continuaron con su sigiloso camino tras devolverle la señal con su pequeña mano.
Burlas y risas se escuchaban por su periferia, invitaciones. Estas estaban acompañadas por sensaciones elementales, haciendo que todos los pelos de su cuerpo se erizaran en advertencia.
Intento no estremecerse, los movimientos innecesarios en este sector podrían significar malas noticias, contuvo el movimiento involuntario con todas sus fuerzas, sudando frio en el proceso.
Al alejarse de esos ruidos y sensaciones por fin sintió sus hombros caer y parte de la tensión dejar su cuerpo, aun así, una sensación residual lo continuó acompañando por el resto del camino; un frío incómodo y pegajoso.
Intentó no inquietarse y continuó caminando, siguiendo la luz tenue que brindaba la pequeña rama pálida en una de las manos de su guía, sintiendo su luz como un bálsamo, calido y relajante.
El antes oscuro camino, pronto se fue iluminando lentamente, empezando a mostrar sus colores y símbolos dorados, familiares y antiguos. Ambos intentaron no pisar los lugares llenos de corrupción, sabiendo la sensación desagradable que provocaba siquiera pisar cerca de la miasma negra y pulsante.
La luz de la pequeña rama se fue iluminando cada vez más, renovando sus marchitas hojas con lentitud.
El pequeño no pudo evitar sentir impaciencia, perdiendo solo por un momento la vista en el camino, empezó a espiar hacia el frente con una pequeña sonrisa de felicidad.Perdiendo la concentración y en un acto de estupidez, encontró sus delgadas piernas enredándose con un bulto de corrupción particularmente grande.
La fuerte mano de su guía no lo soltó, pero sintió una sensación horrible rondando por todo su cuerpo hasta culminar en su ojo cerrado, no pudo evitar emitir un aullido de dolor, un empujón hacia adelante lleno de rabia y apuro fue lo que hizo que entrara en razón y cortara su ruidosa e infantil voz.
Saliendo de la sensación con un profundo terror frío en su mente y por instinto, no pudo evitar hacer lo único que no debía hacer en ese momento.
Una fuerte punzada en su ojo lloroso y la sensación de ver más de lo que había visto en su vida, fue lo que finalmente hizo que Kaeya despertara con un grito ahogado.
Intento no ceder a las náuseas al sentir la disparidad innatural en su visión, un techo blanco y oscuridad en donde debería haber algo, intento arrancarse el parche, pero su cabeza daba demasiadas vueltas y sentía bilis acumularse en su garganta.
Corrió torpemente hacia la cubeta más cercana y vomitó todo el vino que había tomado la noche anterior.
Al terminar de expulsar sus entrañas cayó patéticamente al suelo y tosió varias veces, intentando no volver a vomitar.
Para lavarse de la sensación nauseabunda que aún recorría todo su cuerpo, alcanzó su visión con manos temblorosas e invocó el poder del frío con rapidez, dándole la bienvenida a la agradable y dolorosa escarcha. Suspiro, dejando un halo con su aliento en la cada vez más helada habitación, sintiéndose por fin como sí mismo.
Toco con suavidad su parche, intentando detener el dolor punzante que escondia, pero Kaeya sabia que no podia hacer nada por ello ahora mismo. Dejo caer su mano en derrota, mientras que su mirada aletargada rondaba por la penumbra de su habitación, intentando distraerse con algo más.
Observó de reojo su visión de cryo iluminando el techo, creando constantemente escarcha y visiones de colores palidas.
Suspiro, decidiendo quedarse ahí, en el piso, junto a la cubeta sucia por más tiempo.
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Visiones de cristal - Kaeya
FanficUn llamado del abismo, del cual Kaeya nunca podrá escapar (un drabble sobre Kaeya)