No más excusas

Prólogo

Los ojos oscuros de Noah observan la escena. No puede creerlo aún. Se niega, incluso, su cabeza se sacude con espanto. No era lo que había planeado esa mañana cuando salía del porche de su casa.

El nuevo año había llegado con bulliciosa celebración y hasta él estaba alegre, hasta que, al darse la vuelta en la cama, notó la ausencia de ella. Su aroma aún flotaba en la habitación llena de sombras. Las alarmas se activaron en su cabeza, pero las acalló diciéndose que no era posible lo que presuponía. Intentó dormir otra vez, pero la ansiedad no le dejó.

Ahora, mientras miraba el arma humeante en su mano, le dió la razón a las voces de alerta de esa misma mañana.

La sangre hacía un camino lento y espeso hasta sus botas de cuero. El olor de la sangre transmitía el claro mensaje de la traición. Su corazón se desgarró debajo de la camisa blanca salpicada de sangre. No podía respirar, la angustia había apretado su cuello cual garras de acero. Presionando y llenándolo de frío hasta los huesos.

Había estado enamorado de una traidora.

Siempre había escuchado a su madre hablar de que no hay nada más hermoso que un hombre que sacrificara al mundo por la mujer que ama. Pero, ¿Valía la pena? ¿En serio? Las 237 personas que murieron en el primer ataque, de seguro no pensaban igual. Tal vez, los que estaban en coma debido a las quemaduras de tercer y cuarto grado, pensaran que no valía la pena.

Su corazón lloraba al verla caer en el suelo de hormigón sobre su propia sangre. Pero su mente gritaba con furia. Protegió y defendió una traidora. Su primo había muerto por una perra avariciosa. Aún así, no podía odiarla. Su estúpido corazón no podía hacerlo.

Escuchó la voz de Lara, experimento N-02 que terminó con éxito.

—Revisen los perímetros, Luca podría estar aquí todavía.

Noah negó con la cabeza.

—I killed him— dijo en su lengua—está en la escalera de incendios.

—También le disparaste a tu compañera—susurró Nicolás Lara tomando su hombro.

Noah asintió sintiendo que había perdido su alma.