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18 de Agosto, 2042. Brokdorf, Alemania.

Alviria se removió incómoda en su asiento de primera clase. Odiaba volar. Le parecía como que estaba mal. Es decir, el ser humano no nació con alas para volar, por lo tanto, no debería estar en el aire.

Tal vez su pensamiento era muy retrógrada para la época actual, sin embargo, no podía negar los beneficios de semejante ave gigante. Pudo pasar parte del verano con su hijo y sus nietos. Por lo que pasaría la navidad con su hija Ada este año.

Alviria miró hacia su izquierda. Hacia la extensión de tierra que veía debajo del avión y suspiró. Estaba aliviada de volver a Alemania. Su tierra. Su vida. Y más que la guerra había terminado. Podría estar tranquila sin pensar en un bombardeo a mitad de la noche. Se estremeció al pensar la primera vez que fueron bombardeados. Estaba tan asustada y su esposo...¡Oh, por Dios, su amado marido! La guerra se lo había llevado. El recuerdo amargo se la sangre de su hermoso Vogel. El hombre calmado y dulce que le daba sentido a sus días, le fue arrebatado de la manera más cruel. Reprimió el recuerdo y se tragó sus lágrimas. Como todos los años después de su muerte.

El avión se sacudió y la gente, después de asustarse rieron con nerviosismo. Eso le recordó a su hijo, Levi. Solía decir algo de un escritor de terror. Algo como que la gente siempre se ríe de lo que le asusta. Alviria no podía estar más de acuerdo con su parloteo incesante de genio. Lo había visto cada día que iba al trabajo, con su bolso aferrado al abdomen. La noche de los primeros bombardeos, y cada día en que habían revueltas en el país por alimentos. Ella reía, pero eran más chillidos nerviosos y sus vecinos hacían lo mismo.

El avión volvió a sacudirse y la gente volvió a reír.

—Deben ser los vientos— dijo una mujer calmando a quien sea que estuviese a su lado.

Alviria se preguntó si ella también sentía un agujero en la boca del estómago. O el sudor frío que estaba llenado su frente. ¿Estaba segura aquella mujer que era el viento? Digo, la guerra acabó, ¿O no?; Pensó mientras rascaba su ceja.

La bocina central emitió un sonido de interferencia para dar paso a la voz de un hombre.

Friede sei deben, die sich an diesem Ort versammelt haben. Sein Opfer wird ein Beitrag zu einer volkommenen Menschheit sein. Wir werden sie als das in Erinnerung behalten, was sie sind: Helden

A Alviria se le pusieron los pelos de punta. La gente enmudeció. Solo se escuchaba el sonido de las turbinas del avión. Hasta que una mujer entró en pánico.

—¿Esto es una broma?— dijo uno.

Una azafata corrió a la cabina, con tanto miedo que dejó la puerta abierta. Todos los de primera clase pudieron escuchar a los pilotos gritar que no podían controlar el curso del avión y que tampoco tenían señal para contactar a la torre de control.

La gente empezó a correr hacia la puerta del avión. Pasando por encima de otros. Alviria pudo ver a un niño llorando solo en un asiento. Se quitó el cinturón y lo tomó en sus brazos. Alviria en shock se acercó con el niño en brazos hacia la cabina, mientras que detrás de ella se escuchaban los gritos desesperados de las personas. Menos mal, que no se permitían armas de fuego en las cabinas.

La azafata discutía con los pilotos. Hasta que la vieron a ella. Alviria imaginó la imagen que debía dar. Con la cara cenicienta aferrando un bebé. Tan callada como pudo abrazó a un más al bebé.

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⏰ Última actualización: Jun 02, 2021 ⏰

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