Quiero arruinar nuestra amistad [KageHina]

Parte tres

La atmósfera llena de algarabía, felicidad y risas era todo lo que invadía dentro del recinto de graduación. La situación era diferente, el ambiente, también.

Las emociones también lo eran. Todo lo era.

Excepto para aquel par de cuervos que tenía su última "no" práctica en la cancha de entrenamiento. Llevaban un buen rato en el lugar cuando la ceremonia había concluido y los demás festejaban dentro de la escuela, entre risas, bebidas y comida. Se escabulleron entre los presentes mientras los demás se mantenían distraídos con el baile, la música y las fotografías.

Para ellos, aquellos últimos instantes eran muy importantes. No desaprovecharían la oportunidad en un lugar en donde, claro está, no se sentirían muy a gusto.

-Siento nostalgia por todo esto. -alegó Hinata una vez que se dispusieron a guardar los implementos del club. Mientras que Kageyama fue a reacomodar todo a su posición inicial, Shōyō se quedó de pie en medio de la cancha, observando a su alrededor y apreciando el lugar en el cuál había entrenado durante aquellos tres cortos años, girando sobre su propio eje con ayuda de sus talones y con sus ojos brillantes como la primera vez que fue recibido en aquel lugar. Aquel lugar en donde chilló de la emoción y gritó, brincó y maldijo debido a la frustración. Sería complicado dejarlo todo atrás, claro que iba a costar.

El pasar del tiempo había sido un abrir y cerrar de ojos para todos, en especial para él.

Para Kageyama, también.

-Sí... -contestó Kageyama mientras sacudía sus manos de un lado hacia el otro, quitando los restos de agua. Había aparecido, de repente, al lado de Shōyō, de la nada y sin previo aviso para este último. No había estado tan lejos cuando el más bajo había soltado aquellas palabras, por consiguiente, había oído fuerte y claro las palabras del muchacho de cabello revoloteado.

Hinata elevó el rostro a su lado izquierdo, quedando cara a cara con el de ojos azules como el cielo por las noches. Este último lo observaba con curiosidad, como si no le conociera y quisiera averiguar más sobre aquel enano de cabello alborotado y del color de una naranja.

Shōyō podía ser impredecible ciertas veces.

-¿Me echarás de menos, Kageyama-kun? -ladeó a un lado su cabeza y utilizando un tono de voz lleno de inocencia. Sus orbes cafés quedaron hipnotizadas por aquellas irises color zafiro y la brillantez que desprendían los mismos le parecía, malditamente, encantadora.

Sí. -fue lo que su corazón del de ojos azules respondió mentalmente de inmediato.

-Claro que no. -mas no fue lo que vocalizaron sus labios.

Hinata gesticuló un pequeño puchero. Se había sentido ofendido al ver lo directo que resultó el más alto. Es decir, estaba bien que lo fuera, después de todo, se trataba de Kageyama; pero cualquiera podía ser un poquito más sutil, delicado...

Pero, volviendo al punto, estaba tratando con Kageyama Tobio, el armador idiota de los cuervos que era dueño de una personalidad compleja que para Hinata no era novedad. Hasta se atrevía a decir que él era el único que conocía a la perfección al chico de los cabellos de color negro. Cosa que, sin intención de alardear, le enorgullecía en demasía.

-Vamos... -le codeó con suavidad en uno de sus fornidos brazos y plasmó una sonrisa, a ver si convencía al más alto en cambiar de parecer. No se rendiría con facilidad, antes muerto que vencido- No seas tímido ¡Yo sé que sí!

Kageyama rio entre dientes y revolvió los ojos. No hacía falta que el chico tonto de su rematador insistiera tanto. Por supuesto que lo extrañaría, lo echaría de menos aún si no poseía la valentía suficiente como para admitir en voz alta. Echaría de menos el hecho de hacer sus bobas competencias en la escuela, los divertidos momentos que pasaron estos tres años, las prácticas, las risas y las penas...