𝔏𝔬𝔰𝔱 𝔦𝔫 𝔱𝔯𝔞𝔫𝔰𝔩𝔞𝔱𝔦𝔬𝔫

140 19 0
                                    


Seúl, Corea del Sur.
Noviembre 12
9:00 am 5 ˚ grados centígrados.

Ahora lo recuerdo todo muy bien, era otoño, una gélida noche de principios de diciembre cuando el catastrófico final se presentó ante mis ojos. Todo está perfectamente grabado en mi cabeza. Las noches solían ser demasiado largas, el viento álgido y las calles estaban adornadas por un montón de luces navideñas, esas que alguna vez odiaste, porqué no podías creer que tus impuestos se fueran en la exorbitante cantidad de energía gastada por esas pequeñísimas luces que no le servían a nadie, pero que a mí me encantaban.

Ahora sé cuan enamorado estabas la primera vez que me viste sorprenderme por ver en vivo como las luces iluminaban poco a poco el bulevar, después de esa cita en un restaurante que se prolongó hasta la puesta del sol, pusiste la sonrisa más tierna, la más real que alguna vez vi sobre tus labios y usaste esos increíbles dotes de fotógrafo que consultaste en internet para capturar el preciso momento en el que parecía estar absorto por la imagen más bonita que yo había visto de la navidad desde que era un niño.

Lo recuerdo todo muy bien, esa misma noche tomaste mi mano y susurraste que me amabas, ni siquiera estaba preparado para eso, no supe responder, nunca me permití creer que algún día tendría que escuchar a Cha Eunwoo confesar sus sentimientos a nadie, mucho menos a mí, un niño de primer año en la licenciatura en letras, que nunca había salido con nadie, que estaba siendo tan inexperto, pero a pesar de mi falta de respuestas o expresiones no vi un asomo de molestia o incomodidad en tu rostro, ahora supongo que era porqué me conocías tanto como yo te conocía a ti y eso me asustó, porqué le prometí a Minhyuk y a mí mismo que no dejaría que alguien con tu reputación se burlara de mí, pero no lo estabas haciendo, porqué en ese momento eras la persona más honesta del mundo.

Ese año fue la primera navidad que ambos estuvimos lejos de nuestro hogar por un momento. Pasamos las primeras tres horas de la noche en casa de tu hermana, amabamos tanto pasar tiempo juntos, incluso decidimos ir caminando, de esa manera podíamos tomarnos de las manos, de vez en cuando me abrazabas por la espalda e hiciste lo más cursi que podía ver en un drama de la TVN, soplaste tu aliento caliente en mis nudillos congelados y los guardaste en el bolsillo de tu abrigo, jamás me había sentido tan cómodo en un espacio tan reducido, pero era tan cálido y acogedor que hubiera deseado quedarnos así por siempre.

El aire estaba malditamente frío, pero de alguna manera eso me hacía sentir en casa. Tampoco era como si pudiera arrepentirme a medio camino, después de todo, era importante para ti, Yeonwoo había tenido un bebé hacía una semana y tus mejillas se pintaron de rosa cuando me pediste que fuera a verlo contigo, porqué realmente querías hacerme parte de tu vida.

Fue una buena noche en la que además vi a tus padres, a tu mamá ya la conocía y ella siempre solía deshacerse en elogios porqué amaba que su Eunwoo hubiera podido conseguir a alguien tan atento y educado como yo, supongo que solías llevar a buenos para nada a casa, porqué yo tampoco soy muy especial que digamos, pero tu padre, Dios, si había alguien a quién quería caerle bien era a él, pero fue tan neutral que nunca pude saber su verdadera opinión.

Nos fuimos antes de las once y por las prisas de llegar antes del brindis a casa terminé dejando mi bufanda ahí, en medio de los cojines y el respaldo.
¡Ay, Cha Eunwoo! Te conozco tan bien, que sé que aún la tienes, al fondo del cajón, junto a tu caja de memorias, incluso ahora, después de un año.

Tu personalidad tan dulce es lo único que puedo recordar ahora, en conjunto con mis ojos perplejos la primera vez que salimos en una cita. Cantábamos en el auto mientras nos perdiamos en el norte, como si no importara realmente que nos acabáramos de conocer.

Las primeras hojas de otoño empezaban a caer, como piezas que se acomodaban perfecto en su lugar y aún sigo recordándolo, incluso después de todo este tiempo, aquél día no pude imaginar que duraríamos un año y cinco meses como novios, en realidad llegué a casa tan asustado -aunque no quería admitirlo- de no volver a recibir una llamada tuya porqué no había dejado que me besaras bajo ese árbol que poco a poco iba perdiendo la vida, así como yo.

ஐ 𝐑𝐄𝐂𝐔𝐄𝐑𝐃𝐎𝐒 𝐘 𝐁𝐔𝐅𝐀𝐍𝐃𝐀𝐒 | EUNSANDonde viven las historias. Descúbrelo ahora