Como la droga.

17 1 12
                                    



Genial, ojeras- ¿Pero acaso pretendía dormir después de la noche anterior? Se estaba volviendo loco. Remoloneó entre las sábanas nuevas todavía incómodo en esa gran cama que los anteriores propietarios habían dejado ahí, tenía que organizarse y en cuanto tuviera un momento libre comprar una nueva. Era mucho dinero pero necesitaba una cama suya, una en la que se sintiera a gusto.

Eran las nueve de la mañana pasadas y todavía no había hecho nada. Perezoso se estiró con fuerza sintiendo sus hueso crujir y se paseó la mano por el rostro quitándose las legañas que le emborronaban la vista. Tras dos o tres cabezadas y un poco de ansiedad alojada en el cuerpo, se incorporó y colocó sus zapatillas para bajar con desánimo esas chirriantes escaleras hasta su cocina y disponerse a tomar un buen cappuccino que era lo que le pedía el cuerpo en ese instante.

Estiró el cuello por el hueco de la puerta con la corazonada de que allí habría alguien. Se equivocaba. Estaba solo o eso parecía y el desagradable olor junto a esa humedad habían desaparecido por el momento. Aliviado suspiró y comenzó a bajar los escalones hasta la planta baja observando como el sol atravesaba las ventanas iluminando la entrada a la casa y ese perfecto y espacioso salón.- Dios, tengo que ponerme también con esto, ensayar en este suelo es una tortura- se regañó. La casa a esas horas y con esa luz parecía otra totalmente.

La cocina un poco fría era quizás el lugar más pequeño de la casa y aun así él podría haber vivido en un apartamento de ese tamaño sin ningún problema. Sacó unas capsulitas de café junto a una botella de leche del frigorífico y comenzó a hervir agua para el café con la cabeza distraída en sus pensamientos.

-Hace años que me muero por tomarme un café- una voz grave rebotó en sus tímpanos desde su cogote sobresaltándolo. Ahí estaba el muchacho rodeándolo nuevamente con ese olor a coco tan intenso.

-¿¡Qué haces aquí?!

-Pero si te lo dije anoche, vivo aquí.

-No , no...- meneó la cabeza efusivamente.

-¿Seguimos en ese punto Jimin?-se jactó el moreno.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-El canijo robapianos te llamaba así.

-Yoongi, se llama Yoongi.-le corrigió con mal tono.

-Canijo, ro-ba-pia-nos.- El chico le dedicó una media sonrisa traviesa.- Si no quieres verme quítate el anillo y en paz.

Jimin miró nuevamente la sortija que engarzaba su dedo. ¿por qué no se la había quitado todavía?

Esa sortija con esa preciosa piedra verde aun adornaba su dedito de manera espectacular. Se quedó unos segundos de nuevo observándola y miró sobresaltado al muchacho.

-¿Puedes oir todo lo que hablo, como mis conversaciones con Yoongi?

-Puedo enterarme de absolutamente cada cosa que hagas en esta casa, estoy en todos lados.

-¿En todos?

-En. To.dos. Jimin.- remarcó.

El pelirosa miró de arriba abajo la imagen de ese chico, ¿Cómo podía no estar realmente allí? La luz que atravesaba los ventanales rebotaba en su rosto tostado e iluminaba cada poro de piel de este, era nítido e incluso parecía ser el causante de ese olor a coco tan agradable que a veces le acompañaba por la casa. Podía ver la textura de su ropa, cada puntada, cada hilo, distinguir los huesos de sus largas manos que sujetaban la puerta de la nevera en ese instante, el reflejo de si mismo en sus ojos y la acción de subir y bajar el pecho al respirar, pero sin embargo no salía nada de entre sus labios.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 22, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Forever RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora