Rogando.

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He estado rogándole a mi alma audaz que no se desvanezca, rogándome a mi para no confiar una vez más, y mi corazón, aun cayendo en un vacío sin fin. Rogándome que no recuerde, luchando cada día por hacer desaparecer éste dolor que reside en mi. Me enerva el constante desmedro de mi mundo, una antología de todas las malas experiencias de los desdichados, un anagrama metafórico e inexistente de una vida apropiada. Mis días desvaidos, discurriendo hasta las puertas del panteón de esos afligidos, que al igual que yo enterraron la benevolencia en el cieno, caminaron de errabundos sin poder encontrar un ser inocuo que les acompañara, y las esporádicas sonrisas irónicas al recordar. Aún sigo rogándole al viento, solo el escucha, y responde a mis deseos de distender mi suplicio con una gélida brisa que arrastra hacia mis pensamientos el flagelo. Rogando, esta vez, en la oscuridad de mi cuarto, para que desaparezca la nefasta nimiedad que veo en mi, y que veo en las personas cuando no les interesa el daño que causan. Las calles por donde camino, son pletóricas de pérfidos, me horada el alma ver sus maquiavélicas sonrisas y un prominente rescoldo hace llegar en tromba todos mis deseos de venganza. Me parece zafia y trivial ésta sociedad, que es verídico que desee estar solo.

Desmedro MentalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora