Fortaleza

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Para Inosuke Hashibira solo una cosa era importante en ese momento.

Los ojos que tenia frente de si, unos ojos de rosa color bastante raros de encontrar en alguien.

Realmente lo tenían hipnotizado, no podía dejar de mirarlos ni por un segundo. Claro que; Tanjiro se diera cuenta de su desliz no estaba planeado.

-- Oye, Inozuke, se que mi hermanita es hermosa, pero no la mires tanto. La vas a incomodar. -- su tono tranquilo se estaba volviendo un poco de molestia.

-- ¡Yo no estaba viendo a tu hermana, Gompachiro! -- Y como siempre, Tanjiro Kamado no se quedo de brazos cruzados. Dándole la riña de siempre a Inosuke.

Cosa de todos los días.

Tanjiro regañando a Inosuke, Zenitsu asustado porque Inosuke lo perseguía por toda la Finca Mariposa. Y Nezuko, ella estaba dormitando dentro de su caja. No acostumbraba estar despierta en el día porque estaba expuesta al sol. Y básicamente podía morir.

Amar... ¿eso era algo posible para un cazador de demonios?

Después de todo morirían tarde o temprano. A manos de un demonio seguramente.

Aunque claro, Inosuke nunca se puso a pensar en eso. Él era alguien instintivo. Sabia cuando tenia un oponente fuerte delante. Y también sabia cuando debía retirarse.

Pero. Enserio que por primera vez, lo penso, al ver tales ojos rosados.

¿realmente alguien como él...?

Así que, cuando por fin, Tanjiro logro que su amadisima hermanita se volviese una humana otra vez.

No tenia ninguna razón para seguir pensando.

Verla tan feliz en los brazos de Zenitsu por alguna extraña razón caló un poco (muy) profundo en su interior.

Y por primera y única vez en su vida, Inozuke Hashibira supo, lo que era que te rompieran el corazón en pedazos.

-- Felicidades, Monitsu, Nezuko --. Porque para Inozuke, su felicidad dejo de ser importante, no sabia desde cuando ni como, pero hasta cierto punto, lo único que ahora le importaba era ver a la bella Nezuko rebosante de felicidad.

Y se iba a asegurar de eso. Ella seria feliz, no con él, pero si con alguien que la amaba.

Y eso le bastaba.

Así que, al escuchar a Aoi, regañandole por ser cobarde y no decir nada. No le importo.

Lo único que podía hacer era decirle sus razones. Pero no deseaba hecerlo, porque Aoi no ama a nadie, no existe esa persona que capturó su corazón.

No esta.

Ella no lo entendería.

-- Tú, no lo entenderás. No te lo voy a decir. Ríndete de una vez, Aoi -- diciendo eso, se levanto del piso. Y camino hasta su habitación, con la chica tras suyo, le ayudo a ponerse el kimono masculino.

Debía ir presentable, después de todo irían a una boda.

No podía llegar vestido como siempre, y más aun siendo un pilar.

Y los felicito.

Y no pudo estar más tiempo en la finca que no le pertenecía, porque le estaba haciendo daño.

No podía ver por más tiempo esos ojos rosas, que lo habían cautivado desde el primer instante. Estaba seguro que, si lo hacia, cometería una locura.

Y por primera vez en su vida, Inozuke Hashibira, no actuó según el instinto.

Volviendo a casa, con ayuda de Aoi, limpiaron la casona, y cuando terminaron comieron (él comio), porque no tomo bocado en la casa ajena.

Él, quien no se derrumbaba facilmente, acaba de caer en el abismo porque la única persona a quien ha amado no lo corresponde y se ha casado frente a él. Con uno de sus mejores amigos.

Aoi lo abrazo y lo dejo llorar. Derrumbarse en sus brazos.

A veces, haber aceptado la compañía de la mujer en su finca no le parecía mala idea.

Era una gran ayuda.

Sobre todo en momentos como ese.

En los cuales el fornido hombre con rostro delicado no aguantaba la tristeza que se derramaba desde lo más profundo de su ser.

Tal vez, la fortaleza que mostraba en batalla, se ha derrumbado...

Tal vez, la fortaleza que mostraba en batalla, se ha derrumbado

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- JEZA
GUTI

SWETT DAYS //InoNezu//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora