Parte única

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Últimamente las cosas no funcionaban, nada era como antes. Irónico porque todo está en constante cambio y nada puede quedarse como es por la eternidad.

Como seres humanos poseían la ventaja para adaptarse a los cambios, a los cuales Chwe no estaba listo para enfrentar.

El sonido que producía la vieja puerta de su casa al abrirse resonó por la sala de estar con ello anunciando la llegada de su esposo.

—¿Hansol? —sus pasos sonaban cerca, el mencionado cerro los ojos con fuerza.

—En la sala.

Su voz fue cortante, permitirse mostrar sus sentimientos sabiendo lo que venía no era muy adecuado.

Los pasos del invasor se detuvieron justo frente a Hansol. Su cara no mantenía ninguna expresión solo estaba ahí sosteniendo entre sus manos un sobre.

—Sabes a lo que he venido, ¿cierto?

Asintió, Seunkwan dejo salir un suspiro y tomo asiento justo a su lado.
Chwe le mostró la copa en su mano ofreciendo la bebida, oferta que fue rechazada.

—Necesito estar sobrio para esto, Vernon —el peso de su cabeza fue sostenido por su mano izquierda.

—Bueno dicen que una copa ayuda a la relajación.

Después de eso hubo silencio, Hansol mantenía la mirada sobre el suelo bebiendo cada tanto del líquido contenido en la copa.
Seungkwan se permitió admirar la casa recorriendo con la mirada cada mueble y el recuerdo que mantenía.

—Es curioso que estemos haciendo esto —Boo interrumpió el silencio formado—. No lo creo, antes podíamos superar cualquier cosa, mientras tú estuvieras a mi lado nadie podía contra mi. Y ahora nos estamos separando.

Chwe movió su cabeza de arriba abajo dando la razón.

Años atrás eran la pareja más poderosa, el escudo invisible que los protegía a los dos era inquebrantable. No necesitaban a nadie más que al otro, juntos se complementaban y ahora surgía de manera opuesta.

—Cosas de la vida Boo, el agua no corre por el mismo río dos veces.

Seungkwan se rió.

—Jesus, estás siendo un viejo justo ahora —burlo mirando al contrario con diversión.

—No salgas con tu cosas Kwan, no estoy siendo un viejo. Solo digo lo cierto.

—¡Acabas de ser un viejo por segunda vez! —las risas brotaban de su boca contagiando a Chwe que formó una ligera sonrisa— ¿Cuántos años tienes? ¿Cuarenta?

—Solo diez menos —la risa de Boo aumento—, bueno tal vez si soy un viejo después de todo.

—Te digo.

Y el silencio volvió.

Recuerdan ambos que el silencio no era algo común entre ellos, constantemente poseían tema de conversación desde los más tontos a los más serios, no importaba que fuera, siempre tenían que decir.
Se preguntaban en qué momento todo cambio y pasaron de eso a no saber que decir.

—¿Ya aprendiste a cocinar, Vernon?

El recuerdo más reciente fue cuando Hansol intento cocinar lasaña dejando que se quemara y haciendo un completo desorden en la cocina.

—No realmente, pero estoy tomando un curso. —Boo sonrío— ¿Que hay de ti, ya no te llevas tan mal con la tecnología?

—Quiero creer que por lo menos ahora no —dijo soltando una risa entre dientes.

Siguieron platicando por varios momentos más, preguntándose cómo era su vida ahora, que es lo que hacían y anécdotas del pasado. Todo se sentía como antes solo que ambos conocían que ya nada volvería a la antigüedad. Ese era su presente y lo estaban afrontando.
El tiempo voló a velocidad luz. Al darse cuenta ya estaba anocheciendo y el punto de la pequeña reunión fue evadido hasta que decidieron afrontarlo.

—La demanda de divorcio es ésta —el sobre que acompañó a Boo para la visita estaba siendo entregado—. Sabes que jamás te negaría ver a Min pero la custodia es mía.

Chwe nego restándole importancia, Min tenía un fuerte lazo con Seungkwan quitarle eso era un golpe muy bajo, por eso decidieron que lo mejor para SeungMin es quedarse con Boo.

—Lo sé, te lo agradezco.

—Siempre que quieras verlo avísame y lo tendré listo.

Ese era su final, dónde Hansol dejaba en libertad al amor de su vida.
Boo Seungkwan era y es la persona que más ama en este planeta, haría lo que fuera por él, daría todo. Pero ahora eso no podía suceder, luchar ya no era algo que brindará frutos.

Durante su adolescencia escucho a su profesor de historia recitar una frase que ahora cruzaba por su mente con regularidad
«Algún día te enfrentarás a una pelea que no ganarás»
Esa era la pelea que no ganaría, la batalla que quería luchar aunque las posibilidades de ganarla fueran nulas.

—Si no te importa quiero verlo una vez a la semana —SeungMin era el hijo de ambos, un niño muy inteligente que afrontó con ellos el divorcio. SeungMin también quiso luchar pero no funcionó.

Boo no contesto concretamente, solo movió su cabeza.
Vernon hizo su parte; inclinó su cuerpo, tomo la pluma y anuncio su libertad con una firma temblorosa.

Hubo silencio después de eso, ninguno dijo nada solo mirando aquel papel que marcaba su separación definitiva sin retorno.

Era oficial.

Boo salía de su casa, la que alguna vez fue casa de ambos, no volteo en ningún momento, simplemente se fue sin mirar atrás.

Con el sonido de la puerta siendo cerrada supo que ya era el final.

Porque el amor nunca es suficiente, porque el amor no podía contra todo, el amor no era tan poderoso como solían decir. Las barreras imposibles de destruir existen y son reales.

El amor tenía un gran rival insuperable, algo de lo que no había marcha atrás.

—Caímos en la monotonía, olvidamos cómo amarnos. Asumí que estarías a mi lado por la eternidad sin importar qué, por eso ahora que te estoy perdiendo no puedo detenerte.

Su voz solo fue escuchada por la soledad habitada en aquella casa, las lágrimas no tardaron en brotar. Observo el lugar donde antes estuvo el amor de su vida, y como si él pudiera oírlo le dijo lo que no pudo decirle antes.

—Te amo Seunkwan.

—Te amo Hansol.

Su último te amo no fue escuchado, porque aunque lo intentarán esa era su batalla perdida, la guerra dónde usaron su arma más poderosa y aún así perdieron.

El amor no es suficiente y nunca lo será.

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Love Is Not Enough ;Verkwan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora