Único 🌙

2.9K 337 81
                                    


Ahí está de nuevo.

Vestido con un hanbok blanco y puro, su cabello largo y negro como la noche, brillando bajo la luz del sol, y su rostro, ese hermoso rostro esculpido por los mismos dioses, de sonrisa grande y ojos negros siempre radiantes, y esa nariz pequeña de botón, perfecta para la forma de su cara.

Hablándole a los árboles de cerezo, durazno, manzana y otros deliciosos frutos, jamás he estado tan cerca como para apreciar su voz, pero no me cabe la menor duda de que es la voz más hermosa de todo Corea.

Él no lo sabe, pero mandé plantar más árboles frutales al rededor del palacio, solo para poder admirar su belleza más de cerca.

Como un depredador atrayendo a su presa, así me siento cada vez que lo veo acercarse más y más, a mi alcance.

Todo comenzó un día cualquiera de Marzo, los primeros días de primavera en la provincia, lo recuerdo bien porque odio el calor, me pone irritable, más de lo normal.

Me encontraba caminando por los pasillos del palacio, haciendo sonar mis fuertes pisadas gracias al eco del lugar, y maldiciendo a todo ser viviente que existe y alguna vez existió.

Harto de los ancianos que piensan que pueden darme órdenes todo el maldito día, y hasta la mierda de los campesinos y plebeyos ingratos que solo se quejan y hablan a mis espaldas, no apreciando lo que hago por ellos.

Me temen, al grado de llamarme "Rey Oscuro", apodo que se extendió a lo largo de todas las provincias de Corea.

No los culpo, la decapitación es uno de los castigos más utilizados en mi reinado, pero ellos no entienden que gracias a eso el índice de delincuencia es casi nulo, pocos son los idiotas que se atreven a cometer un delito dentro de mi reino, y los que lo hacen y son atrapados, bueno, sus cabezas no permaneces mucho tiempo pegadas a sus cuerpos.

Justo me dirigía a mi habitación luego de presenciar otra cabeza rodando, cansado sólo de imaginar el sermón que me esperaba cuando los ancianos descubran lo que ordené sin consultarles, otra vez.

Al pasar de largo por uno de los pocos pasillos del palacio sin paredes, logré divisar una fina figura a lo lejos, dentro de mi huerto personal.

En un día normal no habría dudado en mandar a los guardias y castigar a quien osara deambular y tomar frutos de mi propiedad, pero ese día estaba cansado de gritar, cansado de vivir, tan simple como eso.

Así que sólo me quedé ahí, observando al intruso casi bailar entre los árboles, teniendo la osadía de ni siquiera intentar ocultarse, era como si ni siquiera supiera dónde estaba, cómo si no supiera de mi existencia, perdido en su propio mundo con olor a fruta, lo suficientemente alejado del palacio para que mi vista no lograra captar detalles de su apariencia.

Pasaron los días y el descarado ladrón seguía apareciendo cada día a media tarde, sin falta.

Verlo danzar entre los árboles frutales se convirtió en mi pasatiempo preferido, y ese momento en el más esperado del día.

Poco a poco el extraño distraído se acercaba más y más al palacio, siendo guiado por los árboles frutales cada vez más frondosos.

La primera vez que la distancia me permitió admirar su belleza fue un día especialmente caluroso de mayo, me encontraba bajo la protección de la sombra de un gran árbol junto al palacio, esperando a que el extraño chico apareciera en su habitual recorrido por mis tierras, fue ahí donde lo vi, un poco más adelante recogiendo manzanas con sus delicadas manos, sonriendo al observar el vivo color rojo del fruto.

La obsesión del Rey Oscuro (KookMin) 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora