Bakugou entró en su primera rutina a la edad de veintitrés años, declarándose como alfa, justo cuándo él pensó que era un jodido beta. Derrepente todo es aromas y sensaciones nuevas. También tiene un maldito problema por su mejor amigo y compañero d...
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Cuándo Kirishima despierta, está envuelto en mantas que huelen a sudor y jabón de vainilla. Abre con pesadez los ojos y mira con dificultad como la luz de la tarde se empieza a colar por la ventana, un tono naranja suave que indica que al menos podrían ser las cinco. Dio un gemido quejumbroso y se dispuso a levantarse. Escuchó claramente sus articulaciones crujir satisfactoriamente y un escalofrío le recorrió la espalda cuándo se retiró de las suaves mantas. Bakugou se removió un poco a su lado, un brazo buscando en el espacio vacío en el que antes estaba él. Sonrió y negó con la cabeza, nunca imaginaria que Bakugou fuera del tipo cariñoso.
Aunque pensó que podría despertarlo, Bakugou permaneció profundamente dormido. Su cabello revuelto se veía gracioso y estaba gruñendo en sueños. Río suavemente contra la palma de su mano y pasó una por la cabeza rubia de Bakugou. Jamás pensó que llegaría a tener esa clase de intimidad con él y aunque seguía un poco culpable de como se dieron las cosas, no podía evitar sentirse un poco excitado de como continuarían.
Su relación con Bakugou siempre fue como una montaña rusa, nunca sabia lo que iba a pasar al día siguiente. A veces era bueno, otras veces no tanto. Aunque llevan tantos años juntos y han visto tantos malos momentos, en las circunstancias más asquerosas y se han apoyado incondicionalmente, pero bueno, está es una situación ligeramente diferente... No todos los días te estás jodiendo a tu mejor amigo.
Una vez que pudo salir del nido improvisado, se estiró y dio un bostezo, nisiquiera recordaba cuando se habían quedado dormidos o cuanto tiempo fue que tuvieron sexo, solo que se sentía profundamente satisfecho, un calor agradable en su abdomen, feliz. Plantó ambos pies desnudos y comenzó a recoger su ropa del suelo, poniendose con pereza una camiseta y unos boxers, ahora no estaba humor para sus pantalones. Dio un segundo bostezo y camino al baño. El suelo estaba frío bajo las plantas de sus pies y su estómago estaba revuelto, tenía hambre.
Cuando paso al lado del espejo, se dio cuenta que tenía algunos morados debajo del mentón y otros más al costado del cuello, aunque si usaba su cabello abajo, no se iban a notar. Sonrió divertido, había sido un buen encuentro, se notaba que habían luchado bastante.
—Aunque estoy seguro que dejé unos bastantes bonitos a Bakugou... —murmuró, un poco culpable cuándo vio sus dedos marcados en la cadera de Bakugou. Aunque no del todo arrepentido. Después de todo había sido equitativo.
Estaba en proceso de comer algo ligero cuándo escuchó el sonido de los pies arrastrándose por el pasillo. Bakugou estaba ahí, con su rostro que siempre ponía en las mañanas, cachorro perdido y perezoso. Tenía los pantalones de Kirishima puestos —apesar de que siempre se quejaba que eran horribles— iba descalzo y con su musculosa negra. Su cabello seguía revuelto.
—¿Por qué no me despertaste? —se quejó, tomando asiento frente a él en la mesa. Masajeo su frente con disgusto. Sus ojos se notaban cansados, una pequeña sombra como media luna debajo de este. Kirishima sintió pena por eso.