༻45. DOS GALAXIAS COLISIONAN༺

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LUNA

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LUNA

Laelia fue la que tuvo la valentía suficiente para venir a despertarme.

Tengo sueño pesado, por lo que no basta con que llamen mi nombre o sacudan a mi cuerpo, así que desperté porque abrieron a cada una de las ventanas y el frío aire matutino se coló hasta las finas sábanas. Mi doncella estaba al pie de la cama con una gran sonrisa y al fondo, en la pequeña sala de estar, ya había preparado una mesita con el desayuno.

Imagino que trató de despertarme de mil maneras distintas, porque cuando me saludó estaba un poco despeinada.

Yo no quería levantarme, porque todavía sigo triste al saber que papá y Dimitri ya no están conmigo, y fingí tener un resfriado. Mi doncella no creyó en mi falsa tos ni en mi dolor de cabeza ocasionado por la fiebre, ya que trajo un remedio compuesto de cebolla, jengibre, ajo, canela y rábano, y como me negué a tomarlo...

Ahora estoy aquí tratando de desayunar, todavía adormilada.

Ante mí, en una delicada mesa de madera tallada, reposan varios platillos que se ven bastante deliciosos.

En mi plato tengo una selección de pequeños panqueques de requesón, dorados y crujientes, acompañados de una generosa porción de mermelada de arándanos y una cucharada de crema fresca. A su lado, hay una rebanada de pastel de miel con múltiples capas finas y una ligera crema que se deshace en la boca.

Con cuidado, tomo uno de los panqueques, lo unto con la mermelada y la crema fresca, y lo llevo a mis labios. El primer bocado es una explosión de sabores, una mezcla perfecta de dulzura y suavidad que me hace cerrar los ojos en deleite. Luego, pruebo un pedazo del pastel de miel, y la combinación de la textura ligera de la crema y el sabor profundo de la miel me hace sonreír.

A mi lado, en una taza de porcelana fina, tengo un té negro caliente, humeante y aromático, acompañado de una rodaja de limón. También hay una taza de cacao caliente, con una capa espumosa y un toque de canela, perfecta para complementar los sabores de mi desayuno.

Cada mordisco es un placer, una caricia para mis sentidos. La combinación de ingredientes es sencillamente perfecta, y me pierdo en el momento, disfrutando de cada sabor que se despliega en mi boca.

La dulzura del pastel de miel y la suavidad de los panqueques me llenan momentáneamente de alegría, y me dejo llevar por el placer de este momento perfecto.

Hace muchísimo tiempo que no comía tan bien, y aun cuando todavía formaba parte de una familia adinerada, nunca había probado platos tan exquisitos como estos. Cada mordisco me impresiona más que el anterior.

—Hemos terminado de preparar el baño, señorita —me avisa Laelia a la par que yo termino con el último bocado del desayuno.

Me levanto de la mesa y la sigo hacia el cuarto de baño. Al entrar, me envuelve una cálida neblina perfumada con esencias florales. Hay un gran ventanal que deja entrar la luz del sol, creando reflejos danzantes en el agua del baño.

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