— hermana kikyo — detuvo sus manos cuando escucho la voz de su hermana menor ir hacia ella.
— ¿Qué sucede kaede? — pregunto dirigiendo su mirada a su hermana menor.
— mamá está grave — contestó con preocupación.
La joven no se espero más y dejo aún lado la corona de flores que estaba haciendo para su mamá y correr seguida por kaede. Al llegar entró viendo a su madre recostada en el pequeño futòn.
— hija... me alegra verte de nuevo — la mujer esforzó una sonrisa cansada para su hija mayor, sabía que no tenía mucho tiempo de vida.
— no lo digas como si no me fueras a volver a verme — contestó sin poder contener sus lágrimas que recorrían sus mejillas.
— porque así es — susurró mirando aún lado volvió a hablar — kaede, ven aquí — la llamo cuando la vio entrar lentamente adentro — debes cuidar a tu hermana mayor kaede... Porque ella necesitara un apoyo para seguir — la joven sólo asintió la cabeza — confió en ustedes... - volviendo a mirar a la mayor habló — kikyo, debes seguir... debes convertirte en...
La mano que era sostenida por kikyo se cayó al piso de madera mientras cerraba sus ojos para siempre.
— madre, madre... ¡¡¡MADRE!!! — sus gritos llegaron a oídos de los aldeanos, los más cercanos a la madre entraron a la casa y no hacia falta palabras para saber que la madre de ambas hermanas había muerto.
— llegue tarde — se dijo mirando el antídoto que tenía en su mano.
Todos los aldeanos ayudaron para la hoguera de la mujer fallecía, kikyo con una última mirada prendió fuego viendo como el fuego se expande. Las cenizas de su madre pronto estará con las cenizas de su padre, la menor sujeto la mano de la mayor para darle consuelo sabiendo que sería inútil.
Caminando por los bosques, ambas hermanas buscaban leña para el fuego, paso un día desde que falleció su madre, y están viviendo bajo la casa de una mujer amable que, como acuerdo ellas también debían aportar algo para que puedan quedarse, y como eran niñas todavía, sólo podían traer leña.
— con esto crees que alcance? — pregunto la menor al sentir la madera pesada en su pequeña espalda.
— yo diría que si — contestó con una sonrisa mientras emprendia su regreso.
No muy lejos estaba un grupo de monges caminando en donde están ambas hermanas, pero tuvieron que apresurar el paso cuando sintieron una energía maligna, pero detuvieron sus pasos cuando vieron como el demonio era purificado por la mayor.
— vio eso maestro? — pregunto su aprendiz sumamente sorprendido.
Él no contestó y siguió viendo como ambas hermanas seguían sorprendidas por lo que acaba de ocurrir.
— esa niña puede ser la indicada — fue lo único que dijo cuando vieron como empezaban a correr.
Aún no podía creer lo que había pasado hace unos instantes, seguía sin poder creerlo, había matado aquel demonio.