𝐃𝐮𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐨𝐤𝐬 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐚 𝐥𝐚𝐝𝐲

Thanks for the high life

Justo después de el patético intento número 2 de Kokonoi por conquistar a Inui le siguieron muchos —y realmente fueron muchos— como aquella ocasión donde intentó lucirse en una cena romántica y terminó quemando el menú del restaurante con la vela del centro de mesa, o cuando al intentar ayudar a poner la mesa en casa del rubio rompió una de las lámparas del techo argumentando que era un error en el diseño de la puerta de la alacena; y la peor de todas, la vez que llegó a buscarlo a su universidad en su deportivo rojo con un cartel como los que  se utilizan para ubicar a alguien en el aeropuerto, que decía "futuro esposo" Inui solo deseaba que se lo tragara la tierra en cada uno de esos momentos

Sin embargo, no podía negar que ver al arrogante pelinegro en un estado tan vulnerable le causaba ternura, se sentía especial por ser la única persona en el mundo que conocía ese lado suyo ya que los demás parecían incrédulos cuando relataba estas anécdotas diciendo cosas como "¿hablamos del mismo Hajime?" o "¿Ese idiota que prefiere arrancarse las uñas antes que malgastar un centavo, te llevó flores?"
Y la respuesta a cada una de esas preguntas era "si"

Terminó por caer en el intento número 40, aquel día el ojiazul se encontraba totalmente abrumado por la presión de graduarse, tener que buscar un empleo y tal vez un departamento; justo en ese momento debía enviar un proyecto final a revisión por correo, pero para hacer peor su suerte, la electricidad se había cortado con la lluvia y no había nada que pudiera hacer. Como caído del cielo, Kokonoi apareció en la puerta de su casa diciendo que le había preocupado el hecho de que no respondiera a su último mensaje con un "estoy ocupado, deja de joder" Inui se abalanzó sobre él y le contó sus dolencias estando al borde de las lágrimas, el contrario lo abrazó como pudo y propuso llevarlo a su casa para que pudiese continuar con sus obligaciones ya que en su edificio aún había luz eléctrica, el rubio aceptó y corrió a buscar sus cosas para posteriormente subirse al automóvil que ya conocía

En aproximadamente 15 minutos estuvieron ahí, como consecuencia de las insistencias del chico de piel pálida que no dejaba de repetir "pisa el acelerador, mi difunta abuela manejaba más rápido".
En cuanto el correo fue enviado, Inui sintió que se quitaba un enorme peso de encima, hasta que sintió unas fuertes manos posarse sobre sus hombros y comenzar a dar un pequeño masaje que relajó lo tenso de sus músculos e hizo que soltara un suspiro de alivio; posteriormente Hajime dejó un pequeño beso en su sien y comenzó a susurrarle cosas como "ya todo está bien" o "descansa un poco, lo mereces"

Seishu no era gran fanático de las muestras de afecto pero debía admitir que el hecho de ser mimado por el pelinegro como un niño pequeño le encantaba, su forma de seguir tratándolo bien aunque él siempre lo tratara con la punta del pie le parecía lo más dulce del mundo, bajó de la nube en cuanto dejó de sentir las caricias y miró al joven con desconcierto; el otro solo rió y le dijo "iré a prepararte un baño caliente, tarda lo que gustes y puedes tomar una pijama de mi armario"

Por aquellas y mil razones más, ahora llevaban 2 años juntos y aunque siquiera diciendo "no" en cada propuesta ocasional de matrimonio que su pareja le hacía, Inui estaba completamente seguro de que diría que sí en cuanto ese imbécil se arrodillara ante él con un anillo y le pidiera formalmente —de la forma más cursi posible— unir sus vidas para siempre. Está de más decir que es algo que nunca diría en voz alta

El matrimonio parecía una mera formalidad ya que hacía meses que vivían juntos y pasaban las festividades con la familia del otro, incluso en las noches que Inui no podía dormir a causa de su excesivo trabajo en una de las editoriales más importantes del país o cuando tuvo la idea de escribir un libro sobre el mundo de la moda y lo caótico que podía ser, Kokonoi era quien lo acompañaba con un café o a veces solo su presencia en la habitación lograba relajarlo como nada