Cuarto

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-- ¡LO JURO, NO SÉ NADA! ¡DÉJALO IR, MALDITA SEA YANÉL! 

Los desgarradores gritos del hombre provocaron que un grupo de cabezas curiosas se asomaran por sus ventanas, a lo largo y ancho de aquél monstruoso complejo de lúgubres y descuidados apartamentos. 

-- Es una pena que no sepas nada, Louis -- Contestó el detective, balanceando su mano derecha al borde de la terraza, sobre el oxidado pedazo de metal que hacía las veces de barandal -- Qué casualidad que una de las víctimas fuera tu vecino. Ustedes junkies siempre se las arreglan para habitar las mismas zonas, de alguna manera. ¿Seguro que nadie te ha hecho llegar algún rumor que quieras compartir conmigo?

Los ojos del sujeto bailaban ansiosos apuntando a la mano de Yanél, quien sostenía con ella la agarradera de una cajita plástica transparente. 

-- ¡AAGH! -- Exclamó, jalándose el cabello -- ¡TE LO DIRÉ, TE DIRÉ LO QUE HE ESCUCHADO! ¡Por el amor de dios! ¡DAME AL SEÑOR PUPÉ!

Desde la sala el individuo corrió a trompicones hacia el detective, con toda la intención de arrebatarle la caja que amenazaba con tirar al vacío. Sin embargo, en el momento en el que el tal Louis puso un pie en la terraza, Yanél lanzó por los aires el objeto en dirección al interior del departamento, provocando que el hombre retrocediera mirando hacia arriba y cayera de espaldas, logrando así atrapar entre sus brazos la cajita transparente. Se incorporó rápidamente y la examinó.

Estaba vacía. 

-- ¿Creíste que era en serio lo de lanzar a tu hámster desde aquí? ¿De verdad me sientes capaz de tal cosa?

La visión del detective, acariciando al peludo amiguito que se hallaba en el bolsillo de su abrigo mordisqueando una semilla de girasol hizo que el hombre se dejara desfallecer en el mismo lugar donde había caído.

-- Eres un imbécil, Yanél -- Dijo, depositando la caja junto a él.

-- Oye, tenía que hacerte admitir que sabías algo de una forma u otra -- Contestó el detective, mientras se sentaba en el sofá, encendiendo un cigarro -- Ahora no puedes negar que existen rumores acerca de esos asesinatos. 

El hombre encogió los hombros.

-- Si me consigues cinco gramos podría enterarme de más... -- Murmuró, arrebatando del bolsillo al roedor, acariciándolo delicadamente.

-- ¿Y la rehabilitación? Pensé que tus padres te habían convencido de regresar al anexo.

-- Pensaste mal.

Rascándose la pierna por debajo de sus bermudas, se sentó junto a Yanél, y le ofreció a su mascota una semilla nueva de un tarro que se hallaba delante del televisor.

-- Si piensas que voy a alimentar tu adicción, estás muy equivocado, Louis... además, ahora no te desharás de mi hasta que me cuentes todo lo que has escuchado. 

-- ¿Llevas meses investigando el mismo caso y ahora tienes que recurrir a mí para obtener información? Me extraña de ti.

-- Esta ocasión es diferente. Es... más complejo.

-- O tal vez no eres tan buen detective como pensabas...

Yanél frunció el ceño, y apagó su cigarrillo sobre el brazo del sofá.

-- Habla de una vez. No tengo todo el día -- Dijo, adquiriendo un tono de voz más grave.

-- No quiero.

-- Hace un momento estaba bromeando con tirar a tu hámster, pero si sigues con esa actitud, Pupé irá a tomar unas vacaciones a mi departamento hasta que te sientas de humor para hablar... 

MATELOTAGE (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora