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Estabas hospitalizada, nos dijeron que estabas medio estable, eso sembró una esperanza en mí y en toda la familia.

Una mañana, desperté, sin dejarme decir un "Buenos días" mi abuela dijo sin más: —"Tú tía acaba de morir, no le digas a tu mamá que te dije, se siente mal"— entré en shock, llegaste a mi mente en forma de recuerdos, mientras mi corazón latía aveces rápido y aveces lento.

Quise ponerme a llorar, tuve que tragarme mis lágrimas e ir a la sala donde estaban todos, mi madre se veía pálida y con lágrimas, no dije nada, disimulé.

Mientras tanto, solo esperaba a que me dijeran que todo era una maldita broma, trataba de engañarme.

Al poco rato, mi madre nos dijo sobre tu partida, solo pude responder:
—¿Qué?... ¿Qué? Esto no es cierto, mi tía sigue viva— mientras mi hermano y yo llorábamos.

Quería gritar de dolor, un maldito dolor que me quemaba el alma, quería morir e irme contigo, me arrepentía de muchas cosas, entre ellas, no haberte visitado.

El cielo se veía despejado y con pocas nubes a la vez, solo quería que bajaras en una de ellas y que me explicaras que estabas bien, que regresarías, estaba mal y solo quería verte por última vez, solo para abrazarte y pedirte perdón.

A la vez pensaba en quitarme la vida, e ir detrás de ti, no lo quise intentar, ¿Qué es más cobarde? ¿Quitarte la vida o seguir viviendo? Aparte que te enojarías conmigo, o incluso hubiese sido una carga para ti.

La tarde pasó tan lento, tenía un vacío en el corazón y un nudo en la garganta, estaba débil y solo quería escucharte.

Cayó la noche, en mi cama empecé a meditar, entré en un trance de paz, nunca me sentí así, y te ví, estabas justo frente a mí, empezamos a hablar, lloré.

—Tía, perdóname, por no haberte visitado, por haber pensado tantas cosas de ti, por no aceptar ese café que nos invitaste a mí y a mi abuelo por no poder salir— te dije sollozando.
—¡Ay mijita! No te preocupes, sabes que te quiero mucho, estoy bien— me respondiste.
—¡No te vayas por favor! Quédate conmigo, discúlpame si te pedí esto, no es justo para ti, te toca descansar— intenté abrazarte.
—Me tengo que ir, cuida a tu mamá, a tu tío, a tu hermano y a mi hermano— me dijiste mientras subías al cielo.

Salí de ese trance, empecé a llorar y a la vez me sentí feliz, viniste a despedirte, te prometí no llorar para no inundar tu camino.

Mensajes a las personas que ya no están...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora