Capítulo 12

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Cuando creo que estoy a punto de morir, un jalón me endereza. Escucho gritos y alaridos de dolor, súplicas. Entrecierro los ojos, me doy cuenta de que estoy tendida en el suelo.

Un rabioso Gareth arremete contra Valorie, quien se aferra a los dedos que la ahorcan, mira con miedo al que le murmura palabras ladradas que no logro entender, mientras ella enrojece y le suplica que la suelte.

Sin saber qué hacer, me levanto despacio sintiéndome desfallecer.

Jamás había visto a Gareth tan enojado, las aletas de su nariz se abren y se cierran.

—¡No te atrevas a tocarla de nuevo! ¡¿Me escuchaste?! —grita fuera de sí. 

Jaston se balancea, con el rostro preocupado y la mirada ansiosa, sin saber qué hacer.

—Haz algo, Ara, la va a matar —ruega conteniendo las lágrimas.

Mi corazón galopa demasiado de prisa, mis huesos temblorosos no dejan de vibrar, en cualquier momento me voy a desplomar, sin embargo, me obligo a caminar hacia él, aun tosiendo por el esfuerzo de mis pulmones frenéticos por respirar.

El fuego se sigue extendiendo, matando a las plantas que, misteriosamente, se han tranquilizado.

Pongo mi mano en su hombro duro y aprieto.

—Gareth, suéltala —murmuro—. No vale la pena.

Como si mi voz lo tranquilizara, su cuerpo se relaja y la mano que aprieta el cuello de Valorie se afloja. La pelinegra cae al suelo y tose, lanzando jadeos y aspirando aire. Jaston la ayuda a levantarse. Si tuviera fuerzas me le lanzaría para golpearla, mis músculos colapsarán.

Gareth se da la vuelta y cierra el espacio entre los dos, toma mi rostro entre sus manos, lo eleva para que lo mire a los ojos, los suyos carbón me tranquilizan, estoy a salvo.

—¿Te hizo daño? —pregunta en voz baja. Niego sacudiendo la cabeza y desviando la mirada—. Menos mal, por un segundo creí que ya te había matado.

—¿Cómo? —digo frunciendo el entrecejo, regresando la atención a su cara.

—Jaston me dijo lo que planeaba, lo convenció de que tenían que terminar con nosotros o ellos morirían.

—Pensé que moriría siendo bocadillo de plantas —digo queriendo ser graciosa. Gareth les da una mirada de reojo y hace una mueca—. Está bien, solo tienen miedo.

Sus ojos escrutadores me escanean, se pasean por mis facciones, por mi cuello y torso, se quedan quietos cuando encuentran al polizón.

—¿Qué carajos te pasó en el brazo, Ara? —pregunta con un dejo de horror.

Enfoco mi antebrazo, el gusano se mueve dentro mi piel, la cual se mueve según sus movimientos peristálticos. Se me revuelve el estómago, trago saliva para controlar las arcadas. Voy a explotar si no controlamos la hinchazón, los bordes abiertos de la herida se están pintando de color púrpura.

Tiempo de ceniza © [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora