Me voy tarde
para así no despertarla.
Pero está su carita ahí,
como una estrella en la ventana.
¡Me duele tanto no girarme
porque sé que estallaré en lágrimas!
Mejor sigo el sendero,
y hago como si nada.
Ando y ando.
Sé que sigue ahí,
esperando que la arrope con la sábana.
Hasta que la noche me coma
y se vaya a la cama.
Qué bonita es,
y qué lejos estoy ya para mirarla.
Será un beso a distancia
cada una de mis pisadas.