Capitulo I

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Me mire en el espejo una última vez antes de salir de ese lúgubre y oscuro baño, una luz parpadea había charcos de agua por todo el baño los espejos sucios y no se hable de los retretes, había un gran espejo tamaño humano al otro extremo de los lavabos, me moje la cara con el agua fría del poco cuidado lavabo y me dirigí a la obscura puerta de frío metal plateado ; enserio necesitaba un descanso de mi familia después del escándalo que armaron mis padres con un mesero o el berrinche de mi hermana menor. Cuando abrí la puerta para salir; un hombre bajo, de mediana edad (como cuarenta cincuenta años) y fornido con un lunar cerca del ojo derecho, parecía una cicatriz, ojos color café, una calva que parecía reflejar el sol. Llevaba puesto un traje de tres piezas café, excepto que no portaba un saco, esperando al otro lado, cuando entró fue directamente a los lavabos. Estaba a punto de salir cuando entró otro hombre; más alto y flaco (aproximadamente de la misma edad que el anterior), con una gran barba y un tatuaje de un dragón oriental azul en la muñeca derecha; él llevaba puesto unos pantalones beige con una camisa blanca y un saco verde pantano, aparte del monóculo azul muy anticuado. A diferencia del anterior, él se quedó en la puerta obstruyendo el camino a la salida. En ese momento supe que algo andaba mal, sin embargo, fui incapaz de realizar cualquier acción por el creciente pánico que se apoderaba de mí, en ese momento mi cerebro gritaba cantos de alarma y desesperación.

Estaba a punto de pedirle permiso al señor cuando el otro hombre habló:

-Maravilloso espécimen el que hemos conseguido hoy, ¿No crees Gaspar? - Dijo jovialmente el primer hombre

a lo que el hombre alto, es decir, Gaspar respondió:

-Hemos tenido mejores días mi querido Sebastián-

-Vamos Gaspar es un chico alto y saludable, seguro sobrevivirá en la arena. -

-Talvez sobreviva, pero estoy seguro que solo los primeros tres días y no más-

-Enserio si no te hubiera escuchado reír antes no sabría si tuvieras la capacidad, ¡Es un espécimen magnífico! Parece que es fuerte, no está pasado de kilos, pero no está muy flaco, de seguro le gustará al dueño de la arena.

-Ten más cuidado con las presas que eliges Sebastián, al parecer hemos atrapado un mudo, vamos chico dinos tu nombre.

En ese momento me desperté del trance de pánico del que estaba... no supe qué contestar hasta que mi cerebro me gritó

- ¡Responde idiota! -, Conteste tartamudeando:

-Sa...Santiago, señor

-Muy bien Santiago, espero que estés preparado por que nos vamos. - Sebastián me agarró bruscamente del brazo y me arrastró lentamente a un espejo de cuerpo completo al otro extremo del baño.

Intente adivinar a donde se puede llegar por medio de un espejo de baño, ¿Será esto una broma grabada que luego saldrá en las redes sociales? La voz rasposa de Gaspar interrumpió mis pensamientos.

-Enserio, Sebastián, debemos apurarnos antes de que venga alguien, mi esposa me dijo que, como me cachara haciendo algo así para el maestro de la arena otra vez, se divorcie de mí, y tú ya conoces a mi mujer y ella no se anda con juegos. -

A lo cual Sebastián le contestó:

-Tu calmado Gaspar, que muchacho no causara un escándalo, ¿Verdad, Santiago?

Yo asentí silenciosamente, mientras que Gaspar le exigía presurosamente a su compañero que sacara algo llamado "enlace cósmico", dirigí mi mirada así la mano de Sebastián que iba dirigida hacia su bolsillo cafés de donde saco un cilindro pequeño y ancho, estaba por preguntar qué era eso cuando una tercera voz intervino:

-Dejen al niño en paz, se los juro que a este no dejaré que se lo lleven.

Dijo un Hombre (como de sesenta años) con un overol negro con línea color verde neón pelo canoso con unas cuantas líneas negras, mientras sacaba algo de su bolsillo. Yo estaba bastante confundido ya con los otros dos hombres como para que un tercero entrará. Silencio...

El viejo volvió a hablar esta vez con más fuerza:

-Se los juro Sebastián y Gaspar si no suelta a este, tendré que delatar los secretos de su maestro frente al confederación de los seis y haré que los...

-Cállate Lázaro, viejo reptil, que si nos delatas a nosotros te delatas a ti mismo. Interrumpió bruscamente Sebastián.

Si nos meten a la cárcel a ti también, y que hará tu nieto sin nadie que lo cuide, eh, ese chico no durará ni una semana sin ti, y se tendrá que unir a las arenas de combate. Complemento Gaspar en tono amenazante.

-Tú no tienes derecho de amenazarme víbora de lengua áspera, y aunque yo deseara lo contrario tu maestro ya él mismo me chantajeo para enviar a mi nieto a las arenas; ya no tengo nada que perder, ahora dejen al niño. Respondió ferozmente el aciano mientras sacaba un arma de aspecto extraño de su bolsillo, una lanza; por un instante pensé que me salvaría y que podría volver con mi familia cuando de pronto oí la voz de Sebastián llena de odio decir:

-Ingenuo eres si crees que dejaremos ir a una presa con tanto potencial como este muchacho, y un imbécil si crees que nos intimidas, ambos sabemos que no has usado tu lanza desde hace años. Incito Sebastián. Mientras el mismo y Gaspar sacaban armas de sus bolsillos. Una espada y un látigo ambos negros con líneas verdes neón.

Gaspar fue el primero en atacar, con su látigo fue directo hacia las piernas de Lázaro, cubrió el latigazo rápidamente con su lanza lo enrollo, desarmando a Gaspar. Sebastián embistió ferozmente con su espada, Lázaro lo esquivó ágilmente y lo derribó. En un movimiento golpeó con el regatón de la lanza en el abdomen de Gaspar y preparó paro para darle con la asta de la lanza cuando la feroz espada de Sebastián perforó el cofre del anciano. Sebastián acercó lentamente su boca al oído de viejo y le susurró algo, mientras el cuerpo de Lázaro colapsaba lentamente hacia el piso, Sebastian sacó su espada de su pecho.

Gaspar me agarró del brazo y Sebastián activo el enlace cósmico, mi cerebro en shock, seguí comprendiendo como mi última oportunidad de escaparse fue al caño. Cuando Sebastián acabó con la máquina la puso en el piso y de ella en el espejo se formó un óvalo tamaño humano. Oí los gemidos agonizantes del tal Lázaro que venía a salvarme y fracaso, volteé una última vez para ver al hombre de rodillas apoyado en la lanza como muleta, con la fuerza restante la partió a la mitad y con un grito que pareció mudo dijo.

-No saldré de esto, pero me asegurare que ustedes tampoco. Dijo con una respiración pesada.

-Y cómo piensas hacerlo, estás en tu lecho de muerte no hay nada que puedas hacer. Sé bufo Gaspar

-Ríndete viejo terco hemos ganado. Complemento Sebastián en tono triunfal. Siguieron burlándose del viejo, el me vio a los ojos y como si estuviera usando telepatía pensé que me decía sin pronunciar palabra: corre al portal cuando veas la señal, no sé si fue por intuición o sentido común, pero decidí que haría lo que me intentaba comunicar aun sin saber cuál es la señal, después dijo en su último aliento:

-No aprendieron nada en las arenas; la derrota siempre es posible. Dijo esto mientras levantaba la mitad de la lanza y la arrojó. Parecía que el tiempo se paraba mi cerebro entró en un estado de cuestión, ¿acaso esa era la señal?; aun en duda, decidí que debía correr hacia el portal, cuando Sebastián y Gaspar se dieron cuenta de lo que hacía ya era muy tarde vi la que la trayectoria de la lanza no iba hacia ninguno de los matones si no al portal, en ese momento me di cuenta del alocado plan del aciano.

Sin saber si lo lograría, salte con dirección hacia el óvalo; cuando mis extremidades superiores pasaron el portal vi como la cuchilla de la lanza impactar en el centro del aparato, el resto de mi cuerpo pasó rápidamente, caí en una intersección de cuatro pasillos apenas iluminada con una intensa luz roja neón, voltee la vista hacia el portal solo para ver una gran explosión; ya era muy tarde para correr. 

La odisea de un gladiador espacialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora