Miraba a través de mi ventana, no veía nada.
La densa oscuridad de la noche me impedía ver el exterior y la luz que antes iluminaba dejó de funcionar hace bastante tiempo.
"Nada, no veo nada" me dije con calma. "Nada no escuchó nada" digo sintiéndome solo.
Miró la ventana fijamente, miró al exterior sin saber que había ahí ¿monstruos? ¿Demonios? ¿Soledad? ¿Desesperación?
O quizás solamente no hay nada y es mi imaginación la que se encarga de crearme este miedo.
Miró a mi derecha y a mi izquierda la luz que alumbraba mi habitación se fue, miró hacia arriba y luego hacia abajo, me siento vigilado.
Pero se que no hay nada, "nada no hay nada" me repito.
Sigo sintiendo tu presencia, sigo escuchando un silencio profundo.
"No hay nada, no hay nada"
Vuelvo a decir en mi mente, mi voz en mi cabeza suena más fuerte, me cuesta moverme.
Después te escucho.
"Aquí estoy, ya llegue"
Dices, me siento morir, necesito una luz que me ayude a saber quien está junto a mi, no encuentro mi teléfono ¿lo alejaste?
Siento mi respiración pesar, mi corazón late rápido, no aguanto más y entonces cuando menos lo espere la densa oscuridad empezó a aclararse.
Nada, no hay nada.
El sol comenzó a salir, me asomo por mi ventana y solo veo el mismo aburrido paisaje de siempre.
Nada, no hay nada.
Vuelvo a repetir.
Recargo mi cabeza en la pared mientras aquel líquido rojo caía en el suelo, cerré mis ojos... no hay nada, no hay nadie, este es el adiós.
Te escucho decir "es tiempo de partir".
