Año 2129. Una brecha se ha abierto en lo más profundo del Océano Pacífico, liberando criaturas colosales que amenazan con arrasar la Tierra. En medio del caos, la U.I.D.M., una organización internacional encabezada por Rusia, surge como la última es...
Narrador: Año 2135. El mundo se encuentra al borde del colapso. Desde el 2129, unas criaturas sin conciencia ni razón emergieron de una grieta en el Océano Pacífico, trayendo consigo la amenaza de extinción total para la humanidad.
El primero de ellos arrasó con un cuarto de Miami. Destruyó divisiones enteras de soldados, tanques y policías. Cuando finalmente lo eliminamos, pensamos que era el fin... que la paz regresaría. Pero nos equivocamos. Poco después aparecieron tres más... luego cuatro... y después cincuenta. No estábamos preparados.
A estas criaturas les dimos un nombre: Templanox.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En el año 2130, se crearon las primeras unidades gemelas, únicas en su tipo: los Destructive Vectors. Eran robots gigantes, los nombramos Mech, pilotados por una de manera individual por una sola persona en su interior, capaces de enfrentarse cara a cara con los Templanox gracias a la destreza de sus pilotos.
Sara Voldigor y Jorge Talon, comandantes de élite, fueron los primeros en manejar estas máquinas. Sara lideraba la división principal de defensa, acompañada por 35 marines. Los Destructive Vector eran la punta de lanza de la humanidad en el campo de batalla.
Fue así como participaron en la Operación Restauración de la Libertad, el 14 de febrero del 2130.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
– Base militar subterránea, presente, 2136.
Miguel: —¿Sabes qué pasó con las primeras dos unidades? —pregunta mientras mira a Asmader con curiosidad.
Asmader: —Cayeron en una de las misiones. —responde, con voz baja.
Miguel: —¿Y sabes qué ocurrió exactamente?
Asmader: —Lastimosamente sí, vi todo desde las cámaras de los mech. —dice mientras se deja caer en una silla, pensativo.
Miguel: —Vamos, cuéntame. —se sienta a su lado, con los ojos clavados en él.
Asmader: —Bien... todo comenzó a las siete de la mañana.
