Capítulo 28

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No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Hoseok como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shin se lo llevó

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No fue necesario que pasaran las veinticuatro horas para que declararan a Hoseok como desaparecido, no cuando las cámaras de la ciudad grabaron el momento exacto en que Shin se lo llevó. Jungkook dio su declaración cerca de diez veces, todas a distintos policías mientras Jin trataba de controlar las salientes lágrimas que escapaban de sus ojos cada tanto.

—Será mejor que vayan a casa —dijo el último policía con tono amable—, este no es ambiente para niños como ustedes.

Jungkook quiso replicar aunque sabía que, en el fondo, algo de razón tenía. Seokjin y él no podrían hacer nada porque eran sólo dos adolescentes, ni siquiera los padres de Hoseok tenían las capacidades para actuar. Sólo debían esperar y eso lo hacía sentir... impotente.

Dejó a Seokjin fuera de la casa de su mamá sin decir otra palabra, era casi la una de la mañana y realmente necesitaba dormir aunque fuera un poco. Sabía que cuando despertara iría otra vez a Casa de Hoseok para saber cualquier cosa. Lo que fuera. Él lo único que quería era que estuviera a salvo y pedirle perdón por todo lo que hizo.

Seokjin se bajó apenas despidiéndose así que Jungkook no tardó en ir a su casa. Para su fortuna, sus padres ya estaban durmiendo así que sólo subió a su cuarto y se acostó. Sorpresivamente cayó dormido de inmediato. Aunque durmió mal, con pesadillas que no podía recordar bien pero le hicieron transpirar el resto de la noche y parte de la mañana, despertando con los ojos lagrimosos y ojeras marcadas en su rostro.

Lo primero que hizo al levantarse fue revisar su móvil esperando ver algún mensaje –de quién fuera– donde le decían que Hoseok estaba a salvo. Estaba con ellos. Pero no había nada. Sólo silencio helado que provocaba que su estómago se revolviera por el dolor.

Frotó sus ojos, sentándose sobre la cama un momento para luego ir al baño y darse una ducha. Iba a desayunar y luego iría donde Hoseok, aunque no sabía si iba a lograr que su estómago digiriera algo por la situación en la que estaba.

Menos cuando, una vez vestido, entró al comedor y se quedó quieto. ¿Qué mierda?

¡Jungkook! —dijo su mamá con una sonrisa amplia—. Soyeon ha venido a desayunar con nosotros, ¿no es una buena chica?

Jungkook miró a Soyeon entremedio de sus padres con una sonrisa amable y dulce, pero en ese instante sólo la odió. Somi, sentada también, lucía incómoda y fuera de lugar, como si no supiera qué decir.

Sí —dijo, y su voz salió brusca pero no le importó. Ya no tenía ganas de comer algo—. Voy saliendo.

¡Jungkook! —espetó su papá—. Ven, Soyeon quiso venir a comer con nosotros y lo mínimo que puedes hacer es sentarte en la mesa.

El muchacho pudo sentir cómo su mandíbula se tensó y sus ojos se entornaron. De verdad, lo que estaba haciendo Soyeon rozaba ya lo maniaco.

Oppa, vendijo la chica sin dejar esa sonrisa.

Muñequito de porcelana || JunghopeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora