El sol poco a poco se iba ocultando. Leila caminaba junto a Raiza por las calles dirigiéndose hacia el pequeño apartamento que ella había alquilado ya hace un buen tiempo. El lugar no quedaba muy lejos del instituto, además de que estaba a un muy buen costó, por lo cual decidió alquilarlo.
Las luces de los edificios, tiendas y faroles comenzaron a encenderse de a poco para así ir alumbrando las calles de la ciudad.
— Creo que esa tienda de ropa la acaban de abrir ¿Te parece si echamos un vistazo?- No hubo respuesta. Giro su cabeza notando que su amiga no estaba a su lado— ¿Rai?— hablo luego de mirar hacia atrás viendo como está estaba quieta y sus ojos abiertos como si hubiera visto un fantasma.
Camino hacia su amiga con pasos rápidos y antes de poder decir alguna palabra, ella habló— No es cierto...— susurró siendo poco audible.
Frunció su ceño, no entendía que era a lo que se refería— ¿Rai, qué te pasá? ¿Estás bien?— Cuando apenas toco sus brazos noto sus ojos ponerse brillosos diciendo lo mismo que antes una y otra vez. La mirada de Raiza estaba detrás de Leila, ni siquiera la miro en ningún momento por lo que volteó confundida. Fue ahí donde se dió cuenta y logro entender todo.
Mierda.
Sus ojos se abrieron al visualizar al novio de su amiga besandose con otra. Observo como luego del beso comenzaba acariciar la cintura de la chica con una estúpida sonrisa en el rostro. Estuvo a punto de decir algún insulto hacia él cuando se detuvo al escuchar un sollozo.
— D-Dime que... no es verdad— sus ojos llenos de lágrimas por fin la observaron — por favor, dime que...n-no es él— Raiza agarró las manos de Leila para que pudiera responderle y no se quedará callada— ¡Responde! — quería escuchar una respuesta, quería que de la boca de su mejor amiga saliera un "No es él, sabes que jamás te haría algo así" pero lo que escucho no fue para nada parecido.
— Lo siento...— sintió las manos de Raiza soltar las suyas mientras que más lágrimas hacían aparición— Sí es él.
Ella negó con la cabeza, no podía y no quería creerlo. Regreso su mirada hacia donde estaba su novio con el cual llevaba dos años y medio, así logrando que sus ojos se encontrarán. Él se dió cuenta que Raiza estaba ahí, que había descubierto su gran mentira pero eso no le importo, solo se dedicó a mostrarle una ligera sonrisa.
Leila detuvo a un taxi para luego jalar del brazo a su amiga haciendo que entrara al auto. En todo el camino estuvo escuchando el llanto y sollozos de Raiza, hasta cuándo habían llegado al apartamento, se sintió tan mal al no saber que hacer para poder consolarla. Sabía que no iba poder hacerlo sola, tenía que llamar a alguien para que le ayude, por lo que pensó en Isabella.
Ella y Raiza la habían conocido entrando al instituto, solo basto unos días para poder conocerse y volverse inseparables. La pelinegra sostuvo su móvil para luego llamarla.
— Ven a mi casa, es urgente— fue lo único que dijo para luego escuchar un "en 10 minutos estoy ahí".
Y así fue. Luego de algunos minutos de haber llegado a su apartamento escucho el timbre. Leila se dirigió a la puerta para después abrirla y encontrar a una chica de cabello corto con chaqueta de cuero, jeans apretados y un tatuaje de colibrí cerca de la clavícula.
Ella no dijo nada y solo se puso a un lado para que pudiera pasar. Al entrar lo primero que vio Isabella fue a Raiza sentada en uno de los muebles y con lágrimas en sus mejillas.
Se acercó casi corriendo para después arrodillarse y así estar al mismo tamaño que ella. Acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja para poder ver bien su rostro y lo que vió no le gusto. Se sentó al lado para así poder abrazarla haciendo que Raiza solo llorara aún más fuerte.
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Abalám [Príncipe Del Infierno]
RandomLeila Wilson jamás imagino que su curiosidad por hacer una llamada le cambiaría la vida drásticamente, y no percatarse de las consecuencias que tendría después. Ahora la pregunta es... ¿Que hay de malo en hacer una simple llamada? Tras la ruptura am...