Capítulo único.

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Después de que Takahiro se enterara de los sentimientos que tenía su hermano sobre su mejor amigo, las cosas para la pareja, fueron mejorando de manera impresionante.

No solo existía la suficiente confianza como para asistir a las comidas familiares sin tener que seguir fingiendo una amistad forzada, sino que también, entre ambos, eran más comunicativos.

Usagi-San le hacía saber a Misaki cuando la inseguridad era tan alta que los celos lo atacaban, haciendo que tanto él como Misaki, hablaran respecto al tema.

Por parte de Misaki, al pasar los meses, fue mostrando una actitud más abierta, correspondiente y sobretodo, una pizca de seguridad que no hacía más que mejorar la relación tan cercana que tenía con su pareja.

Y fue gracias a esa misma seguridad que logró tener la confianza que jamás pensó tener en todos sus años de relación con Usagi-San.

Una actitud relativamente desvergonzada en el sexo.

Claro que para el joven Takahashi no fue sencillo.
Tuvo que 'practicar' en múltiples ocasiones para no meter la pata al estar junto a él, quería que la primera vez que él fuera atrevido, fuera algo memorable de manera positiva.

Mientras repasaba su plan una y otra vez dentro de su cabeza, terminaba de recoger los libros regados en la sala que, desvergonzadamente Akihiko no se molestaba en ordenar cuando terminaba sus "consultas creativas".

Escuchó un par de pasos bajando las escaleras y tragó en seco.
El escritor tomó asiento en el sofá, extendiendo su mano hacia la mesa de noche, tomando un paquete de cigarrillos junto a su respectivo encendedor, tomando uno para encenderlo.

— Misaki, ¿Terminaste de limpiar?— Preguntó.

El muchacho asintió, dejando los libros en el sillón desocupado.

“¡Es tu oportunidad, Misaki! ¡Está desprevenido!” pensó.

Con la cara roja gracias a la pena que le daba iniciar, caminó hasta él, sentándose en su regazo, quedando frente a él con las piernas separadas.
Esto, por supuesto, tomó de sorpresa al escritor.

— ¿Qué pasa? ¿Te sientes mal?— Preguntó, llevando su mano hasta la frente de Takahashi.— No tienes fiebre...

Con una mano temblorosa, Misaki tomó la ajena, llevándola a su boca, dándole un pequeño beso en el dorso.

— N-No...— Respondió.

Sin perder más el tiempo, el castaño dirigió sus labios a la boca ajena, iniciando un beso dulce que, obviamente, fue correspondido.
El contacto subió de intensidad, dejando a Misaki llevar sus brazos hacia la espalda de su pareja, acariciándola con lentitud.

— ¿Qué está pasando?— Preguntó el contrario.

Misaki desvió la mirada, no sintiéndose preparado -aún- como para mirarlo a los ojos de la manera en la que él lo hacía.

— Te dije que un día te atacaría...— Dijo.— Y ese día es hoy.

El rostro serio de Usagi-San se transformó en uno de emoción.
Claramente, había estado esperando eso desde hace un buen tiempo.

— Está bien, ¿Y qué sigue?— Preguntó, acariciando la mejilla de su pareja.— Guíeme, Takahashi-Kun.

Misaki volvió a tragar en seco.
No creía que realmente estaba a punto de tomar un papel mucho más juguetón.

Sin decir nada, comenzó a mover su cadera de atrás hacia adelante, desabrochándole botón a botón la camisa al escritor, obteniendo de su parte, un pequeño gruñido.

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