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Una de las cosas que más me fascinaba de la noche eran las luciérnagas y Lee Minho. Cada vez que los pequeños insectos iluminaban el lugar con su suave resplandor, sentía la serenidad de la noche y la belleza de la naturaleza. Y cuando visitaba a Lee Minho, mi corazón latía con más fuerza.
Han Jisung, ese era mi nombre, un fantasma que estaba perdidamente enamorado de aquel ser. Lee Minho habitaba en una casa cerca del campo y su presencia era simplemente fascinante. Era un chico apuesto, de rasgos suaves y piel clara, que parecía siempre estar en paz con el mundo que lo rodeaba.
Cada noche, me acercaba sigiloso para contemplarlo mientras dormía, admirándolo en silencio. Ese momento de calma se convertía en una fuente de alegría que me permitía por un instante olvidar mi estado fantasmal.
Para expresarle mis sentimientos, hacía que las luciérnagas formaran un corazón en su ventana, le daba un suave beso para despertarlo y encendía el televisor en una comedia romántica, en un intento de que comprendiera mis sentimientos. Además, utilizaba luces que parpadeaban en código morse para decirle que lo amaba.
Desafortunadamente, él no parecía entender mis señales. En lugar de ello, se asustaba, gritaba y llamaba a miles de exorcistas y a cualquier persona dispuesta a enfrentar a algún demonio que habitara en su hogar. ¿Por qué nadie le explicaba que yo simplemente era un fantasma y que estaba enamorado de él? Mi anhelo era convertirme en humano, vivir a su lado y crear recuerdos hermosos, pero él simplemente no lograba comprenderlo.
A pesar de todo, seguí visitándolo y susurrándole palabras de amor durante un año entero. Para celebrar que cumplía un año desde que llegó a esta casa, decidí que era momento de ser más claro con mis sentimientos. Tomé un bolígrafo rojo y escribí en la pared de su habitación un mensaje que expresaba todo lo que llevaba en el corazón.
Cuando terminé, contemplé el muro con una sonrisa de orgullo.
"Me gustas, Lee Minho".
Luego, me acerqué a él mientras dormía y me recosté a su lado, abrazándolo y acercando mi rostro al suyo. Con cuidado, deposité un suave beso en sus labios, deleitándome con el sabor de ellos, que siempre cambiaba dependiendo del postre que comía. Hoy sabía a un delicioso helado de frutilla.
Cuando despertó, su mirada estaba llena de terror y se levantó rápidamente, encendiendo las luces y mirando a su alrededor. Pasaron unos segundos hasta que finalmente vio el mensaje escrito en la pared. En ese momento, tomó sus pertenencias y simplemente se marchó, dejándome solo en aquella casa.
Esperé durante varios días con la esperanza de que Minho regresara. Pero nunca lo hizo, y la soledad comenzó a invadirme. El dolor y la tristeza se volvieron insoportables, y finalmente, tomé una decisión. Agarré un encendedor y rápidamente prendí fuego a la casa, teniéndome a mí dentro.
Las llamas danzaban a mi alrededor y el humo invadía mis inservibles pulmones. Ahora, mi alma ya no existiría, ninguna parte de mí quedaría en este mundo.
Una pregunta se repetía una y otra vez en mi mente mientras el fuego me consumía, antes de que finalmente dejara de existir.
"¿Por qué no pude ser correspondido?"
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