─Itadori, hey, Itadori... ¿estás despierto?
Mientras oía el sonido dulce de la lluvia golpeando la ventana, Yuji, quien se hallaba recostado, escuchó como le llamaban por su nombre desde la habitación contigua. A altas horas de la noche, no esperaba que ella le buscara, no era común en su persona. Debía ser importante.
─¿Sí, Kugisaki?─aunque estaba algo cansado, contestó con un poco de energía para hacerle saber que estaba disponible para charlar, como una especie de señal no hablada que tenía para con ella.
No hubo respuesta por parte de Nobara.
En una situación común, esto indicaría que no era nada y uno volvería a lo suyo, pero el joven conocía muy bien a la contraria. Aquella noche la electricidad estaba fallando, algo que no era muy raro de ver por esos rumbos. Recordando algo del pasado, estiró su brazo hasta un cajón, tomando una vela y un encendedor.
Sin demorar, la encendió, alumbrando tenuemente su espacio.
Estaba pegado a la pared, del lado de donde la voz de su allegada provino. Siempre estaba de ese lado, quizás por costumbre. De pronto, una ventanilla de madera se abrió, como uniendo ambos cuartos.
─Realmente lo recordaste, tonto─aunque era casi imperceptible, un tono de felicidad invadió su comentario, haciendo sonreír a Yuji.
─¿Crees que olvidaría lo que siempre hacíamos las noches de invierno?
Con una calidez en la forma de hablar y actuar, el pelirrosa logró contagiarle una pequeña expresión de felicidad a Nobara. Cuando la veía sentir aunque fuese un poco de ese sentimiento, él se sentía contento.
La observó.
Sus cabellos castaños estaban un tanto descuidados, pero se podía ver que trataba de mantener una imagen cuidada. Su cara mostraba que estaba tranquila, al menos en ese momento. Se le veía bien, al menos mejor que cuando estaban en el campo. Sin embargo, tenía una espina clavada en la mente, una que no había podido sacarse.
En el lado izquierdo de la cara de la muchacha se podía ver una enorme cicatriz que cubría prácticamente todo ese lugar. Un parche cubría su ojo, más bien, el sitio donde solía estarlo.
Al descuidarse en medio del conflicto, no pudo reaccionar cuando una bala perdida le atinó de lleno a la de ojos naranja.
─Ya te dije que no es tu culpa, idiota─La fémina no tardo en darse cuenta de que él nuevamente estaba meditando sobre el incidente. En parte no podía echarle toda la bronca, tenía una marca de ese día para siempre en su bello rostro─no pienses tanto en eso, ¿entendido? lo que importa es que estoy aquí y ahora.
─No estaba pensando en eso, Kugisaki, solo confirmaba que sigues igual de hermosa que siempre. He de decir que cada día que pasa te ves mejor.
No esperando una respuesta así, la mayor se sonrojó un poco, insultándole en voz baja por ser tan descarado. Pero estaba bien, la verdad era que le alegraba tenerlo con ella.
─Igualmente, la razón de llamarte tan tarde es porque, bueno... quería saber qué es lo que quieres hacer ahora que somos libres.
"Libertad"
La palabra si que sonaba rara, al menos para aquellos que habían sido armas de combate desde que eran infantes. La finalización de la guerra todavía parecía irreal y eso que ya habían pasado un par de meses desde entonces. Desde que tomó un arma por primera vez, todo lo que deseaba era poder abandonar la milicia y escaparse, hacer cualquier cosa que no fuera pelear por cosas que a él ni le importaban.
─Había deseado tanto salir de ahí que, ahora que estoy fuera, no sé bien que camino tomar.
Pensaba salir, no en lo que iba a hacer al hacerlo. Un poco infantil de mi parte, ¿no?
─Sí, heheh, pero algo infantil en ti no es tan raro, tonto─con cuidado, tomó la vela de las manos de Itadori y la puso en un plato chico, poniendo este conjunto en el espacio de madera en la ventanilla. Apenas cabía, pero lo hacía─aunque, yo, por mi parte, si quería algo en particular.
─¿y podría saber qué es lo que querías, Kugisaki?
─Y-Yo... quería ir de paseo con todos.
Toge Inumaki, Panda, Yuta Okkotsu, Megumi Fushiguro, Momo Nishimiya, Noritoshi Kamo, Kokichi Muta, Mai Zenin. Todos habían fallecido con el pasar de los años. Eran chicos llenos de esperanzas, tan cordiales a su modo y tan unidos. Una familia de jóvenes que se estimaban los unos a los otros.
Cuando el ojicafé oyó esa frase, un remolino de recuerdos cruzó su mente.
Los extrañaba muchísimo. Las noches eran tristes y solitarias sin esas almas. Tenía bonitos recuerdos de estar platicando hasta hartas horas de la madrugada con Megumi y Nishimiya, haciendo torneos de fuerza con Panda e Inumaki, peleando con Mai y Noritoshi, etc.
─¿pasear con ellos? Ah, eso de verdad me hubiera encantado, Kugisaki. Puedo imaginarme perfectamente la situación, debido a que les recuerdo como la palma de mi mano. Si pudiese regresar a verles, aunque tuviera que vivir de nuevo la milicia, lo haría.
La nostalgia inundaba toda palabra de Yuji.
Ella escuchó atentamente lo que mencionó el chico.
Se le hizo lindo, no, precioso. No pensaba que ese idiota que tenía delante pudiera decir algo de ese estilo. Pero tras unos segundos, algo en lo que dijo terminó por llamar su atención.
─Itadori, tú... eres un tremendo idiota.
─¿A-Ah? ¿qué?
─No se supone que vivas todo de nuevo para verles, Itadori. Lo que ellos hubieran querido es que sigas avanzando, que vivas tu vida, que seas feliz por ellos. Yo t-también quisiera tener la oportunidad de hablar otra vez con cada uno, pero sé que me dirían "sigue y consigue lo que quieres" o algo así─podía sonar bastante insensible diciéndolo así, pero Yuji sabía que le costaba decir sus sentimientos correctamente.
Aunque no lo dijera de manera clara, él la entendía sin problemas.
Era cierto. Debía apuntar al futuro por la gran familia que ya no estaba a su lado, Nobara llevaba toda la razón.
─Siempre tan inteligente y perceptiva, Kugisaki. Que estúpido soy, estaba actuando como si ya no tuviéramos a nadie. Todavía está my brother, el gran Aoi Todo, el más poderoso y genial hombre que conozco, sin olvidar a la estrella Maki Zenin, aquella que podría partir el cielo de un golpe.
De un momento a otro, Yuji se puso contento al hablar sobre ese par tan peculiar de personas.
Siguiéndole el paso a su extravagante compañero, la castaña también dio nombres.
─¿qué tal el inamovible Satoru Gojo, el treintañero que nunca ha perdido ni un solo combate mano a mano? ¡El hombre que parece estar un paso más allá de la humanidad!─entrando en un personaje tipo comentarista, comenzó a alardear de esa gente cercana que tanto quería.
─¡Pero hey, no podemos olvidar a Kasumi Miwa, la mujer de Gojo! ¡Esa fémina que puede cortar el acero como si fuera mantequilla!─ahora, ambos parecían comentaristas. De pronto, comenzaron a dar cumplidos a diestra y siniestra.
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𝕆𝕟𝕖 𝕃𝕒𝕤𝕥 𝕎𝕒𝕣 [ItaKugi]
FanfictionLa guerra solo deja desolación y tristeza. No se gana nada, todos pierden una parte de sí mismos. La guerra es estúpida. Ellos dos, tras tanta pérdida, encontrarán algo por lo cuál vivir.