Capítulo Veinte

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20.



Enero, 2019.

El tiempo crea y destruye a su antojo, como los humanos, quienes creen tener el control de todo.

Cuando Seokjin bajó del avión y se instaló en su nueva habitación temporal, nunca esperó sentirse tan abrumado. Le había tomado algo de tiempo resurgir, pero allí estaba, finalmente haciendo de relacionista público con otra franquicia de la compañía a la que representaba.

Lo eligieron por su dominio del idioma, y el carisma que complementaba sus  estudios de economía.

Corea del Sur había cambiado mucho desde que era un niño, y esas calles le resultaban ajenas.

El edificio de la compañía era muy grande, y él sentía que era una oportunidad para comenzar de nuevo. Tenía su gran presentación al día siguiente, pero ese día, Seokjin eligió visitar el edificio para conocer un poco el lugar.

Se paseó por los pasillos observando a todos correr en sus labores, como intentando tener  a la perfección para la junta del próximo día.

Cuando se cansó, porque su pierna no le dejaba moverse tanto como quería, se acercó a la cafetería del lugar para poder pasar algo de tiempo fuera del hotel. Pero al entrar, notó que todas las mesas estaban ocupadas. A excepción de un pequeño lugar en la barra.

Se acercó, había una mujer de espaldas, y él no quería incomodar; pero estaba solo en una nueva ciudad para él, y necesitaba algo de contacto humano para sentirse menos nervioso.

Aclaró la garganta llamando su atención. —¿Puedo sentarme? —preguntó cuando volteó a verlo. Ella veía su celular, parecía ser un vídeo de música antigua así que presionó el botón de pausa.

—Adelante —le dijo asintiendo con la cabeza.

Se arregló la ropa, y se sentó a su lado. El olor peculiar de su bebida le llamó la atención. Era... ¿Whisky? Mezclado con café aparentemente.

El teléfono de ella comenzó a sonar, y contestó sin darle importancia al extraño a su lado.

La escuchó hablar mientras él ordenaba un café y su curiosidad aumentó al mismo tiempo que su tono de voz. Algo en ella le resultó inquietante.

—¡Ya te dije que no, Jungkook. Ni se te ocurra aparecer en casa con un tatuaje porque juro que voy a castigarte! —No supo qué dijo la otra persona pero la escuchó a ella—. Quedamos que en la oreja sí pero en la nariz no. Y no puedes usar el auto, no me importa lo que diga tu padre, aún no tienes permiso de conducir. ¡Jungkook! ¿Jungkook?

Maldijo por lo bajo, al parecer le habían cortado. Seokjin sonrió de lado por su frustración casi cómica.

—Oye... ¿Estás bien? —le dijo cuando ella golpeó su celular con la barra.

—Lo lamento —agitó la cabeza—, mi hijo. Está intentando encontrar su propio estilo. Y es, ya sabes, agotador. 

—Adolescentes, ¿Eh?

—Adolescentes. —Ella suspiró—. ¿También tienes hijos?

—No, en realidad no. Pero sé lo que es lidiar con un divorcio.

—¿Es tan evidente? —dijo apenada ante el acierto de él.

—Estás bebiendo sola en la cafetería del edificio a las seis de la tarde mientras escuchas música de los ochenta y discutes por teléfono. Es solamente un poco... —sonrió ligeramente—, muy evidente. 

Ella le devolvió la sonrisa, —¿Quién eres tú? ¿Eres de mantenimiento o algo así? ¿Qué pasó con Eunwoo?

Seokjin dudó. La situación le parecía extraña, pero más que eso, graciosa. Además de que su coreano ya no era tan fluido como solía serlo.

LA TEORÍA DE KIM.《version one》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora