4

1 1 0
                                    

Tras cien excusas los chicos se van. Me quedo sola en la cafetería haciendo tiempo hasta que de la hora a la que he quedado con Dylan. Carla me ha dicho que ha sido el peor día de su vida y en parte el mío también. No pensaba pasarlo tan mal. También me ha dicho que cree que le molo a Mark y eso es lo último que necesitaba en este momento. Después de lo que ha pasado con Dylan no quiero ningún tipo de rollo más en la oficina. Salgo de la cafetería y subo, está todo a oscuras excepto su despacho. Me dirijo a la puerta y pego. Después de lo de esta mañana no puedo entrar así de sopetón. Abro y le veo con la corbata ligeramente desabrochada y apoyado en el ventanal, que está abierto y con un vaso con alcohol. Entro y veo como anda hasta mi dejando el vaso sobre su mesa.


— Ya estoy aquí— digo mirándolo y asiente. Me siento en el sillón de esta mañana y lo miro.


— No voy a echarte, aunque vaya en contra de mis normas— me suelta de sopetón mirándome a los ojos con un tono severo— tampoco quiero pienses que lo que paso anoche va a influir tanto positivamente como negativamente en tus prácticas— asiente.


— Gracias— respiro hondo y asiento.


— Pero habrá que ponernos límites...— dice tras unos segundos y yo le miro desconcertada.


— No se a que te refieres— murmuro y él sonríe. Se agita la corbata dejándosela más suelta y se desabrocha un botón, todo dentro de mi se agita.


— Me gustaría pensar que lo que paso anoche fue solo un polvo— suelta nuevamente sin ningún tipo de escrúpulos— pero la realidad es otra, no puedo evitar mirarte y recordarte desnuda en mi cama, Abby.


Todo dentro de mi se vuelve a agitar con fuerza ya que me ha pasado lo mismo con él y ahora me gustaría saber si mientras estabas aquí, y me miraba cuando yo trabajaba pensaba eso.


— Me parece bien poner límites— asiento nerviosa— creo que será necesario.


— ¿necesario?— sonríe y se cruza de brazos— ¿no sabes controlarte?


Siento como me sonrojo aún más de lo que estaba y comienzo a toser por su respuesta. ¿Si sé controlarme? ¡Claro que sé controlarme!


— Si se— asiento— soy lo suficiente profesional para separar mi trabajo de mi vida personal— asiento frunciendo el ceño.


— El problema es que tu vida personal es tu jefe— sonríe y se humedece los labios.


— Y lo serás todo el tiempo que siga aquí— asiento haciéndome la segura y profesional, ignorando cómo se humedece los labios para ponerme nerviosa— lo que paso anoche fue un error— me levanto y le miro— yo no suelo salir de fiesta ni irme a casa de extraños— asiento.


— ¿por qué te viniste conmigo, entonces?— enarca una ceja y da un paso hacia mi.


— Estaba borracha— murmuró.


— yo también— asiente y da otro paso hasta mi y yo retrocedo. Lo miro fijamente y pongo mis manos en su pecho y lo empujo hacia tatas con cuidado.


— Para— lo miro a los ojos— Eres mi jefe.


— Relativamente ya no lo soy. Tu horario termino hace 2 horas— asiente y me agarra las muñecas.


— Pero mi jefe de mañana volverá a arrepentirse de esto— de un movimiento rápido le agarro yo de las muñecas— así que para.


— ¿piensas que me arrepiento?— se ríe sonoramente— Llevo todo el día queriendo arrancarte esa bonita blusa, Abby.


Conforme las palabras salen de su boca yo retrocedo y no precisamente porque no quiera que me la arranque, sino por lo contrario. No me creo lo que estoy escuchando. Todo mi cuerpo le responde. Lo de anoche fue más que un polvo, más que un chico de una noche y ambos lo sabemos.


— Me encantaría que lo hicieses— asiento y viene hasta mi rápidamente, le pongo la mano en el pecho— pero te miro y veo a mi jefe y estás prácticas son más importantes para mi que un chico.


— Entiendo— dice dando un paso atrás— te entiendo.


— No quiero que esto- nos señaló a ambos— influya en mi o en tus decisiones. Quiero que me valores por mi trabajo, Dylan— asiento— No porque te acuestes conmigo. Si me debo de quedar es porque todos lo decidáis no porque como nos acostamos no quieres echarme.


— Vale— asiente y se vuelve a apoyar en la mesa— tienes razón.


— Gracias- sonrío y respiro hondo. Yo también quiero arrancarle la ropa pero no puedo. Anoche cometí un fallo pero si hoy, después de saber quien es, lo vuelvo hacer ya no seria solo un fallo, seria jugarme mi futuro. Ese por el que no he dejado de luchar ni un solo día.


— Pues entonces— comienza— No me puedes llamar Dylan delante de nadie, solo cuando estemos a solas— dice mirándome a los ojos- Nadie puede enterarse de lo que ha pasado, será mejor así— asiente— de lo contrario me vería obligado a echarte- asiente y yo asiento.


— Lo de anoche no volverá a repetirse— digo mirándolo cuando se queda en silencio y me mira a los ojos— jamás. No mientras esté trabajando para ti.


— Vale— asiente y extiende su mano— ¿trato?


— Trato— digo y cojo su mano. En el momento que la cojo tira de mi hasta pegar mi cuerpo al suyo. Lo miro con la respiración descontrolada. Sus labios se posan sobre los míos— el beso de despedida— murmura alejando sus labios de los míos— por cierto, fue la mejor noche de mi vida.


Respiro hondo y le miro a los ojos. No ha pasado ni un segundo y ya ha incumplido nuestro trato.


— ¿la que debía de controlarse era yo, no?— bromeo— Ni un Segundo y ya me has besado.


Me alejo y él sonríe. Por un momento veo al chico del bar. Tiene esa sonrisa, esa mirada. Pero no puedo confundirme.


— Como disculpa, déjame llevarte a casa— asiente y yo dudo unos segundos pero acepto.


Subimos en su coche y le digo mi dirección. El camino en el coche es en silencio. Veo como me mira fijamente de vez en cuando y la tensión que hay entre ambos es casi palpable pero antes de que ocurra algo tengo que demostrar todo lo que valgo. En cuanto llegamos el chofer para.


— Gracias— sonrío y miro a Dylan— señor Cunningham— murmuró sonriendo— hasta mañana.


— Vuelve a llamarme así cuando estemos a solas y el trato se rompe— sentencia y comienzo a reírme.


— Contrólese señor Cunningham porque mañana no podré llamarle de otra forma.


Veo como se muerde el labio y asiente. Subo a mi casa rápidamente y me dejo caer en la cama. Un día de locos. Un día de jodidos locos pero con ganas de haberle besado, con ganas de dejarle hacer lo que hubiese querido en esa oficina. Saca lo peor de mi, mi parte más oscura y eso me asusta porque significa que anoche pasó algo más de lo que ambos queremos admitir.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jun 21, 2021 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

La noche que lo cambio todoWhere stories live. Discover now