Capítulo 2

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...Pau, Dani y Rubén se fueron a sus respectivas casas y Lin corrió sola hasta la suya. Habían tenido su venganza contra el abusón del pueblo, tirándole su ropa y la chica no tuvo otra idea más que quemarle alguna que otra prenda de ropa. Lin siempre fue una chica de ideas alocadas. Por el camino, la chica se paró en seco al ver a lo lejos las luces del puerto encendidas. Esto la sorprendió ya que el puerto de Fantasma estaba abandonado y sola, decidió echar un vistazo.

No había nadie en la puerta principal, así que entró por la puerta principal sin problemas, entrando en el único almacén abierto. Este estaba iluminado y lleno de cajas. Aquello la sorprendió aún más y se acercó a una de estas, abriéndolas y encontrando ciertas cajitas farmacéuticas. «¿Esto es...?», cogió una de las cajas, abriendo los ojos como platos. Reconoció al instante el producto entre sus manos. No se lo pensó dos veces y cogió tres cajitas. Tras eso cerró la caja, dejando todo como estaba y salió corriendo del almacén.

Al día siguiente quedó con todos los del grupo Baptisterio: Dani, era un joven moreno con el pelo afro y rizado; Pau era una persona amante de la música, especialmente de la música rock, por eso llevaba su pelo largo como un metalero; Rubén era una persona bajita con gustos variados que habla con los demás miembros de su grupo; Gerardo era un joven cubano, de pelos alborotados y el más joven del grupo; luego estaba Javi quien era un chico tímido, de pelo puntiagudo, friki y además era el primo de Jesús. Lin los había reunido a todos para sortear las cajas que encontró en el puerto. Estas resultaron una droga experimental de cambio de género.

Antes de eso, todos estaban sentados, tranquilos escuchando a Lin, pero en el momento en que dijo lo que eran, los cinco de ellos se abalanzaron sobre las cajas. Al ver la pelea que se estaba montando, Lin cogió la droga de la mesa y dejó salir un grito de su boca que detuvo a todos de tratar de matarse.

- Buah, Lin, ¿te he dicho lo mucho que te quiero? –Dijo Rubén acercándose a ella tratando de abrazarla, pero esta le asistió un puñetazo en la barriga dejándole en el suelo.

- Solo una pregunta, ¿de dónde los has sacado? –Preguntó Gerardo intrigado– Recuerdo que estas cosas las vendieron durante una semana y luego lo retiraron por peligro a la salud pública. ¿Cómo lo has conseguido?

- Estaban en una caja en el almacén del puerto –Contestó encogiéndose de hombros–, pero dejando ese tema, ¿¿quién será el afortunado?? –Dijo enseñando un bote con los nombres de cada uno–, y yo paso –Afirmó–, quiero veros a vosotros cambiar antes de que lo pruebe conmigo misma –Contestó con los ojos brillantes.

- Vamos, que somos los conejillos de indias –Dijo Javi.

Los ganadores fueron: Pau, Dani y Javi. Pero mientras ellos disfrutaban, algo incomodaba al cubano, parecía que él era el único que se percataba de que algo no estaba bien y aquella misma noche, fue a investigar. Caminando por las oscuras calles de su pueblo fantasma vio a lo lejos como las luces del puerto se encendían. Decidió apagar la linterna de su móvil y corrió a la entrada del puerto, pero esta vez, estaba protegida por dos hombres. Gerardo se escondió tras un coche y asomó la mirada viendo dos hombres vestidos de negro, armados y apuntando con su pequeña linterna a cada rincón de la calle.

«Lin tuvo suerte de no encontrarse a nadie», pensó Gerardo. Esté asomó su cabeza una vez más para ver a los hombres armados y sacarles una foto. Gerardo se alejó de su campo de visión y esperó al día siguiente para poder contárselo a Rubén:

- ¿Qué pafa? –Respondió Rubén comiéndose una tostada.

- ¿Hablando con la boca llena como de costumbre? –Preguntó Gerardo. El chico no sabía ni de que se sorprendía–. Olvídalo, reúnete conmigo en la calle antes del puerto.

Sexy Señorita: El desenlace [Pausado Indefinidamente]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora