Ha pasado tanto tiempo.
Un año,
quizás dos.
Pero aún recuerdo el día en que te fuiste.
Siempre eras esa persona constante,
impaciente,
despreciable por momentos,
pero tan buena y considerada en otros.
Sigo escribiendo por ti,
porque aunque te hayas ido,
siempre pienso en lo que fuimos.
Y aquí estoy,
y aquí sigo,
y aquí voy a seguir.