El portal

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El calor del medio día se hacía notar mientras Ana esperaba a su amiga,quien estaba con su novio en el portal de la universidad,Ana estaba sentada dando la espalda a la entrada,miraba con desdén al novio de Marina mientras se despedía a lo lejos,ella sabía que ese tipo no le convenía,Marina era una chica hermosa y tímida con cabellos dorados,ojos color sol y piel blanca,estatura baja y hermoso cuerpo torneado y delgado,sin embargo a pesar de su belleza,se dejaba enrollar por palabras bonitas de tipos que solo terminaban haciendola sentir mal,y ahí estaba Ana dispuesta a todo por su amiga,incluso a tolerar a tipos como esos.
Aquellas amigas eran la representación del Yin y el Yang,con personalidades y pensamientos distintos pero al estar juntas se complementaban.

Mientras el calor se hacía más intenso Ana sacó de su mochila una paleta de cereza y la metió en su boca,platicaba con el guardia sobre el evento próximo de la universidad,cuando el acceso de pronto se puso concurrido por alumnos que estaban próximos a clases vespertinas,entre todo el ruido,Ana escuchó la voz de un hombre quien ayudó a una madre de familia a llegar a la universidad,y pidió informes con el guardia,el sonido de su risa y un aroma ligero pero delicioso a fragancia masculina la hizo voltear,había tantas personas que no pudo ver el rostro de aquel sujeto,pudo ser cualquiera.
Ana dejó pasar aquel momento y vio a su amiga acercarse,para buscar comida antes de la siguiente clase,tenían tiempo suficiente,pasearon un poco por la escuela y se dirigieron a la cafetería,comieron y se rieron como era costumbre.
Ambas odiaban la clase de inglés obligatoria que impartía un maestro con aires de grandeza,misógino y falto de ética.
Tomaron la decisión de ir con el coordinador para cambiar de clase,bromeó e intento seducirlas a ambas,Ana era muy astuta y sabía cómo tratar a los hombres sin tener que decir mucho,ella también era agraciada, con una larga cabellera negra y espesa,piel canela y ojos negros grandes y brillantes,estatura un poco mayor a la de su amiga y unas caderas y una cintura envidiable.

Nunca tomaron partida ni ventaja de sus atributos pero sabían bien que eran inevitables las miradas lascivas de los hombres.
Aquella tarde lograron cambiar de clase, solo tenían que notificar a ambos profesores para que ellos aceptarán el acuerdo,cuando tocaron la puerta,salió un joven de unos 27 años con una sonrisa enorme y brillante,era el profesor,Ana percibió el aroma familiar a su perfume y era el mismo del acceso un par de horas antes.
Y fue aún más impactante escucharlo hablar con un dulce tono dirigiendo su mirada a ella.

Tardes De VillaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora